domingo, 28 de enero de 2018

El palenque político de Puebla: una polla y dos gallos


Gallo que no canta, algo tiene en la garganta
Por Alejandro C. Manjarrez
Quedó listo el escenario electoral.
Los contendientes están ya en el palenque.
Una, Martha Erika Alonso Hidalgo, aplicándose el maquillaje con el cual busca mostrarse bondadosa, confiable y bella, diametralmente opuesta a Rafael Moreno Valle, su controvertido y nunca bien ponderado esposo. Y los otros dos colocándose la máscara ésa descrita con la extraordinaria pluma de Octavio Paz, precisamente en El laberinto de la soledad.
Los tres harán todo lo posible para que el elector los vea como seres alados, milagrosos, mágicos, poderosos, con espolones.
Uno de ellos emulará a Germán List Arzubide cuando lance a los cuatro vientos sus estridentes críticas contra los otros dos y lo que hay detrás de sus pares rivales.
Valiéndose de su incendiaria verborrea, otro tratará de convencer al ciudadano de que sólo él es capaz de desaparecer los problemas sociales que agobian al estado de Puebla.
Y el tercero arremeterá contra sus críticos sacándoles los trapitos al sol para exhibirlos como corruptos, soberbios, cínicos y farsantes.
Tumb, tumb, tumb…
Se escuchan ya los tambores de guerra, sonido que ambienta la noche cuya  luna ilumina la macabra figura de los gurús, brujos o expertos en marketing político. Éstos avientan los huesitos a la tierra para saber qué estrategia seguir y cómo eliminar al candidato más peligroso para su cliente y, obvio, para ellos cuyo éxito depende del numero de cifras del cheque que sufraga sus honorarios.
Martha Erika Alonso se prepara para jugar con su condición femenina. Es probable que tire la navaja a la yugular del adversario más peligroso, ya sea por su capacidad oratoria o bien por su cultura política, misma que incluye información privilegiada (aún no sé cuál de los dos candidatos está en el espacio cerebral de Martha, ahí donde anida el resabio. Tal vez estén ambos). Podría, por qué no, revelar con la sonrisa brotándole de su colorido rostro, las contradicciones e hipocresía del candidato que antes ponderaba la capacidad e inteligencia de Rafael y que ahora lo sataniza endilgándole los epítetos que brotan de las bocas de la canalla.
Miguel Barbosa Huerta hará su campaña valiéndose de la información que tiene sobre las “cañerías” del mercado electoral poblano. Atacará sin misericordia. Se defenderá como el bravucón del barrio. ¡No hubo moches!, gritará con la convicción del senador que domina la tribuna parlamentaria. En cada una de sus peroratas tendrá que validar su amenaza de meter a la cárcel al cónyuge de Martha Erika, mujer a la cual ha catalogado como una respetable dama víctima del machismo y la manipulación de su esposo, el ex gobernador y titiritero Moreno Valle. “Por sus revelaciones la conoceréis”, supongo que dirá antes de traer a cuento las denuncias de espionaje contra Rafita.
Enrique Doger Guerrero hará honor a su segundo apellido. Saldrá a la arena pública dispuesto a ganar la elección al costo que sea. No aceptará manchar con una derrota su cadena de éxitos basados en su estilo cabrón, contestatario y virulento. Tratará de sacar del closet a sus enemigos políticos, unos embozados y otros disfrazados con la máscara de la tragedia, la comedia, el drama, dependiendo la ocasión. Al final de cuentas el de Puebla es el teatro político que supera al aldeano de las fiestas carnestolendas. Se defenderá, como siempre lo ha hecho. Atacará, como aprendió a hacerlo cuando vivió inmerso en la grilla universitaria. No tendrá misericordia ni con la candidata de Moreno ni con el candidato de Morena. Sabe y conoce las entrañas del poder, de la izquierda, del cuarto de guerra donde se prepara el denuesto programado para desprestigiar al oponente.
Estimado lector: lo que vendrá después, cuando inicien las campañas es, como arguyen los médicos, de pronóstico reservado. Así que es mejor que concluya esta columna recordando con usted uno de los tantos cuentos de la picaresca mexicana…
 Le pregunta el novel jugador a uno de los galleros del palenque:
—¿Oiga amigo: y cuál de los gallos en el bueno?
—El giro, amigo, ése es el bueno —responde el amarranavajas.
El apostador mete todo su dinero al giro. Termina la pelea y su gallo acaba muerto en la arena. Deprimido y molesto busca al asesor casual. Lo encuentra y le reclama…
—¡Ya ni la jode usted! ¡Me engañó! ¡Perdió el giro…!
—No amigo, no lo engañé —responde el gallero—. Usted preguntó cuál era el bueno y yo le respondí. Si me hubiese preguntado cuál ganaría le habría dicho que el colorado que es un gallo hijo de la chingada…
Vistos los perfiles trazados a vuelapluma, con todo respeto les aconsejo que empiecen a preparar sus apuestas por el gallo (o la gallina) de su preferencia. Espero no los desplumen.

@replicaalex

martes, 23 de enero de 2018

Los Moreno Valle y su gran charada


Más rápido se coge al mentiroso que al cojo
Por Alejandro C. Manjarrez
Hay de mentiras a mentiras. Por ejemplo aquellas que buscan complacer a los demás mediante el discurso; o las “nobles” (Sócrates-Platón) que acostumbran los gobernantes para falsear su realidad aparentando conocimiento, virtud y verdad, engaño éste sustentado en un supuesto interés público, como lo hacían los déspotas ilustrados.
También está la mentira de doña Chona, la filósofa del mercado La Acocota, misma que —según creo— es la que motivó a los morenopanistas, varios de ellos inspirándose en san Agustín (inventor de las ocho mentiras o mentirillas) y otros arrobados por el carisma de Rafael Moreno Valle quien, para la pléyade de beneficiarios, representa la reencarnación del mismísimo Platón o, en el peor de los casos, de Luis XIV, el rey sol.
En esta y otras disquisiciones entre universales y pueblerinas se me atravesó la figura de Tony Gali cantándole al patrón de su destino. Entonaba la canción Mentira (“Lo nuestro siempre fue una mentira”), pieza con la cual hizo felices a los poblanos con oído de artillero. Confieso que igual recordé a Martha Erika Alonso, la mujer que superó los escollos de la vida (machismo y misoginia) para poder ubicarse en el mismo nivel político de su marido. Ella no canta como Tony, sin embargo, intuyo, entiende a la perfección aquello de las…
Mentiras piadosas
Antes de entrar en materia permítame el lector recordar una de las anécdotas (o farsa) que cambió el destino de Puebla:
Disputaban la postulación Marco Antonio Rojas Flores y Guillermo Jiménez Morales, el primero apoyado por el gobernador Alfredo Toxqui, y el segundo como carta de los poblanos asentados en el entonces Distrito Federal. Rojas iba en caballo de Hacienda: su arraigo y presencia pública lo ubicaron en las preferencias de sus paisanos. Cuando el grupo de Jiménez midió las posibilidades entró en pánico y juntos acudieron ante el secretario de Gobernación, el profesor Enrique Olivares Santana. “Si Rojas es postulado, mi partido hará una denuncia pública sobre la corrupción en el gobierno de Puebla…” mintió Gustavo Carvajal Moreno, a la sazón presidente del CEN del PRI. “¡Y los diputados nos uniremos a esa denuncia!”, espetó estridente Victoriano Álvarez García secundado por Alfonso Segbe Zanen, ambos compañeros de legislatura de Jiménez Morales Guillermo. El secretario estaba estupefacto: abandonó su escritorio metiéndose al pequeño cubículo que estaba detrás. Llevaba la idea de consultar el caso a través del teléfono rojo. Regresó a su escritorio. Amigable pero enérgico dijo: “Está bien muchachos, Ya consulté con al Señor Presidente y me instruyó para que ustedes hagan una consulta entre los sectores del partido. De su resultado saldrá el candidato”, concluyó el profe con una sonrisa traviesa.
Se hizo la consulta y Guillermo ganó. ¿Cómo? Lo explico valiéndome del siguiente diálogo a cargo de don Blas Chumacero Sánchez, líder obrero casi sempiterno:
Cuando en sesión privada el pleno de la dirigencia estatal del PRI poblano preguntó a Chumacero por quién votaría su sector, el viejo líder respondió manoteando y levantando su voz de castrati: “¡Que quede constancia: nuestro candidato es Marco Antonio Rojas Flores!, empero —agregó bajando los decibeles de sus palabras— nos disciplinamos al partido y nos unimos al sector popular y a la CNC”.
Eso ocurrió hace tres décadas y hoy —así lo indican las circunstancias— podría repetirse el viejo y desgastado esquema que tantos lauros dio al otrora partidazo.
La mentirilla
Al aliarse con lo que repudiaban (y todavía repudian pero en lo oscurito) el PAN se convirtió en el catalizador que permitió —valga la expresión común— mezclar el agua con el aceite. Logró así concretar la hazaña, empero, al mismo tiempo, se expuso a la crítica de sus adversarios, razón por la cual las decisiones políticas de su dirigencia se volvieron más cuidadosas, casi draconianas. Ello pudo haber confrontado a los miembros de la nomenclatura  del PAN. Había hechos y costumbres toleradas debido, quizá, a la máxima aquella que dice: en política lo que cuesta sale barato. Me refiero a quienes estaban o están comprometidos con los titulares del poder Ejecutivo de las entidades gobernadas por correligionarios. De ahí que no sea difícil que esos mandatarios le hayan dado algunos pellizcos a las partidas presupuestales de sus estados para, en un acto de solidaridad partidaria y con gran visión futurista, ayudar a solventar algunos de los compromisos del partido.
Con la creación de Frente se tuvo que romper la sinergia de intereses políticos lubricados con recursos públicos: de existir y descubrirse quedaría expuesto Ricardo Anaya a críticas terribles y, obvio, a la censura de sus aliados. Por ello, supongo, la dirigencia panista decidió dar a sus resoluciones cierto cariz de honestidad democrática.
Cuando pensaba en lo que usted lector acaba de leer, tuve —como AMLO— la siguiente ocurrencia producto de la fantasía basada en la lógica política. Va:
Imagino al nuevo dirigente de Acción Nacional negociando con el ex gobernador de Puebla. ¿Qué? Pues la candidatura para Martha Erika, precisamente:
—Tenemos que encontrar una fórmula para que no se sienta que impones a tu esposa…
—Pero es que ella tiene las preferencias del electorado y puede dotar de los votos definitivos para que Ricardo sea presidente de México…
—Si así es, estarás de acuerdo en hacer una encuesta. Pero para ello necesitamos que Eduardo Rivera participe…
—¡Está denunciado y por ende impedido para contender…!
—Pues ordena que el Congreso desaparezca ese impedimento. Si como dices tu mujer tiene las preferencias, es obvio que ella saldrá airosa de esta contienda interna…
—¿Me lo aseguras?
—Te lo aseguro. Sólo hay que mover las piezas y a los grupos pensando en evitar los malos ratos, la vergüenza…
—¿Y Lalo está de acuerdo?
—Déjamelo a mi. De eso me encargo yo. Tú dile a Tony que haga una reunión pública entre Erika y Lalo. Hay que preparar el terreno mediático; que no se sienta que tú la estás imponiendo… ¿OK?
—Afirmativo líder. De acuerdo. Debo hacer una aclaración: Martha tiene de suyo un gran carisma y su propia carrera política…
El líder no hizo mutis. Sólo tendió la mano a Rafa.
El final feliz
Es esa imaginaria andaba este escribidor cuando e-consulta confirmó que mi ocurrencia no lo fue tanto ya que Damián Zepeda Vidales declaró que Lalo sería postulado a la alcaldía de Puebla y Martha como candidata al gobierno que le preparó su señor esposo. Ahora sí se quemaron las denuncias en contra de Rivera y se cumple el plan “B” o “C” de Rafael.
En fin…
Apreciado lector: prepárese para lo peor que está por venir. Me refiero al festinado maximato ideado por Rafael Moreno Valle, el gran actor de la simulación. Bueno esto siempre y cuando, que conste, Miguel Barbosa Huerta se duerma en sus laureles y el PRI poblano se preste a la gran charada de Puebla.

@replicaalex

sábado, 20 de enero de 2018

Y que se acaba la corrupción



La ilusión se vale cuando la
realidad la toma de la mano

Por Alejandro C. Manjarrez

La Mesa Directiva hizo sonar la campana que reiniciaba la sesión. En ese momento el diputado presidente procedió a tomar la protesta de ley al mandatario. Y éste respondió con un enfático y sonoro:
“¡Sí, protesto!”
El nuevo conductor del destino de México se acomodó la Banda Presidencial. Sabía que necesitaba comunicarse con los testigos del acto transmitido por todos los medios de comunicación electrónica: “Estoy consciente de mi responsabilidad republicana”, fue su mensaje corporal.
Los aplausos opacaron las palabras del legislador que cedió el uso de la palabra a Rodrigo del Campo Santiesteban.
Del Campo acomodó los micrófonos antes de recorrer con la vista los rostros del millar de testigos y mirar hacia la cámara de televisión que enfocaba su imagen, señal difundida con el propósito de llevarla al hogar de millones de mexicanos. Aspiró oxígeno e inició su discurso:
 Lo que escucharán ustedes, ciudadanos de esta nación e invitados de los países amigos, es la confesión de un hombre que tuvo que ponerse la máscara de la simulación; un ciudadano que fue obligado a mimetizarse para poder ocupar los cargos públicos que ejerció antes de llegar a esta alta tribuna de la República, en calidad de presidente de México...
Las palabras del nuevo presidente se escucharon en las bocinas colocadas en los despachos del edificio sede de la Cámara de Diputados. En uno de ellos, dos mujeres mellizas se abrazaron deseándose suerte:
—La que salga viva —dijo Minerva— terminará lo que inició nuestro abuelo.
—Hermana —respondió Mireya—, las dos saldremos vivas; no seas catastrofista.
Sonrientes y tomadas de la mano, las mujeres se desearon suerte antes de abandonar su escondite provisional. “¡Hagámoslo por Alexander, el abuelo!, le dijo Minerva a su hermana gemela.
Señoras y señores legisladores:
Confieso ante ustedes que me disfracé de corrupto. Confieso que me puse el disfraz de comerciante del poder. Confieso que mañosamente me introduje en los grupos económicos donde suele discutirse el destino del País. Confieso que acepté dádivas y establecí compromisos. Confieso que fui celestino de influyentes y poderosos. Confieso que serví de cabildero del gobierno ante los miembros de esta soberanía a quienes, en algunos casos, simulé corromper. Confieso que callé las injusticias que cometían los gobernantes. Confieso que encubrí a quienes tuvieron en sus manos el poder manipulándolo para su beneficio personal. Confieso que cerré los ojos a la corrupción imperante en los mandatos a los que serví. Confieso que no denuncié las negociaciones entre los delincuentes de cuello blanco y el poder político. Confieso que fui omiso ante la transgresión de la ley para abrirme paso en la ruta que me condujo a ocupar este honroso cargo desde el cual, ahora lo juro por mis padres a quienes debo las convicciones que nunca he perdido y menos olvidado, serviré a la patria y combatiré sin descanso a los corruptos, la gran peste de México.
El murmullo de los asistentes obligó al presidente a suspender la lectura para tomar un sorbo de agua. Minerva aprovechó el impasse para ingresar al recinto. Mostró su identificación y los guardias la dejaron pasar. Lo mismo hizo Mireya pero por otra de las puertas de acceso. En ambos casos se escuchó el “pase usted diputada”. Y como si se transmitieran el pensamiento, las dos, cada una lejos de la otra, pensaron sin quitar los ojos de la tribuna: “Qué bueno que te confiesas Rodrigo porque pronto vas a morir”.
Todo lo que hice me permitió trabajar dentro de las estructuras del gobierno.
A estas confesiones agrego otra, la última: mi compromiso, mi deuda me obliga a rescatar los principios que por supervivencia burocrática tuve que ocultar haciéndome pasar como uno más de los eficaces operadores políticos y financieros del poder que institucionalizó la corrupción.
Tuve que hacerlo. De lo contrario me habría visto obligado a prescindir de mi intención y dar por concluida mi carrera política. Hubiese dejado trunco el propósito de mejorar y crear las condiciones para hacer de México un mejor país a partir de la verdad...
Sé que la verdad es uno de los valores ausentes en el sector público. Por este lamentable abandono se han cometido miles de crímenes y se ha tolerado a la delincuencia organizada.
También sé que la mentira sustentó los proyectos políticos de quienes gobernaron al Estado mexicano. Ante lo irremediable, señores y señoras diputados, senadores, representantes del poder Judicial y miembros de la sociedad civil, los conmino a borrar el pasado (excepto cuando haya que aplicar la ley) y a poner las bases para que en nuestra nación la verdad sea el eje del comportamiento de los servidores públicos, el punto de partida de los tres niveles de gobierno y los poderes de la Nación.
Juan Hidalgo, que vigilaba desde uno de los palcos, vio a Minerva ocupar su curul. La había observado desde que entró al recinto y, como le ocurrió cuantas veces se topó con ella, nuevamente quedó cautivado por la cadencia y movimientos que daban a su belleza un extrañó señorío. “Vaya hembra”, se dijo una vez más antes de volver los ojos a la tribuna.
Por ello les propongo legislar para que la mentira y la manipulación de la verdad se conviertan en un delito que por su penalidad no alcance fianza. En sus manos está el dar un viraje hacia el encuentro con la verdad y hacer de este principio el eje rector de nuestro sistema jurídico y político.
He leído y revisado documentos que han pasado por el escritorio presidencial en los cuales se detalla directa o indirectamente las distintas formas de corrupción. Mis predecesores los conocieron y guardaron silencio con la idea de mantener el statu quo, la calma chicha, la ausencia de la verdad. Ninguno se atrevió a combatir sin reservas ese cáncer social porque, arguyeron, hubiesen tenido que suspender las garantías individuales para enjuiciar a todos los funcionarios públicos corruptos y también a sus cómplices; e incluso, dependiendo de los daños que hubiese causado su comportamiento, establecer la pena de muerte, únicamente para aquellos servidores que hubieran traicionado al pueblo que les brindó su confianza y puso en sus manos su destino.
—Jefe, estoy borracha o hay en el recinto dos diputadas gemelas —dijo por el radio Lupe—. La primera ingresó hace tres minutos y la otra acaba de entrar por otro de los accesos…
— ¿Estás segura? —preguntó Hidalgo al tiempo que usaba los binoculares para ubicar a la segunda diputada.
—Lo estoy porque nunca olvido los rostros, y menos los bellos como el de la diputada Wood —confirmó Lupe.
— ¡Ya! Ya la ubiqué —dijo Hidalgo—. En efecto parece un clon de la diputada Minerva. Opera de inmediato el plan Halcón 1. Que aborden a las dos, pero sin que haya escándalo. ¡Muévete! ¡Muévanse! ¡Anúlenlas! ¡Una está en la fila eme, junto al pasillo 2 oriente, y la otra en la ele, pasillo 4, lado poniente! —fue la orden que escucharon los guardias a través de su “chícharo”.
Tres hombres y dos mujeres se levantaron de las curules que se les había asignado. Lupe y otra agente se dirigieron al lugar donde estaba Mireya mientras que los otros rodeaban a Minerva. Todos los movimientos se hicieron como si se tratase de algo casual… 
El problema, señoras y señores, amigos y colaboradores, es que no alcanzarían los seis años para enjuiciar a todos los criminales.
Hoy el panorama es peor que el de hace tres décadas. México padece el poder de las mafias del narcotráfico; su territorio está prácticamente controlado por sicarios y narcotraficantes cuya riqueza les permite comprar conciencias, maniatar autoridades y comprometer gobernantes. En este caso la pena de muerte no resolvería el problema debido a que esos delincuentes viven retándola; saben que su destino está tan bien definido que ninguno de ellos podría asegurar que llegará a viejo. La ejecución prescrita por la ley sería una medida drástica sí, pero no resolvería el problema.
Lo que funciona es la unidad popular contra cualquier tipo de delincuencia. De ahí que mi convocatoria, que baso en la verdad, incluya y convoque a los poderes de la Unión para que diseñen el plan rector que habrá de servir a todas las instancias y niveles de gobierno. Se trata de emprender la campaña más intensa y larga de la historia cuyo objetivo sea eliminar al crimen organizado y, al mismo tiempo, establecer los mecanismos para impedir que sigan existiendo las células del delito así como las condiciones para que éste prevalezca y prolifere:
Una de ellas, la urgente, es la reforma educativa transexenal.
Otra, el trabajo suficiente y bien pagado, intención que exige un programa de productividad y competitividad.
La tercera acción consistirá en profesionalizar a los cuerpos policiacos y apoyarlos en su labor para que tenga éxito nuestro programa de investigación preventiva universal manejado por representantes del gobierno y la sociedad.
La cuarta se basa en promover la cultura para que el pueblo cuente con alternativas de desarrollo personal y familiar.
La propuesta general incluye modificar los códigos para que el Estado tenga facultades e incaute dinero, acciones, bienes inmuebles, obras de arte, cuentas de cheques, empresas y propiedades de quienes sean confesos del delito de delincuencia organizada, incluidos el lavado de dinero y la corrupción de los funcionarios públicos. Si ustedes, señores y señoras legisladores, así lo legislan, la riqueza proveniente del delito tendría que aplicarse a los programas sociales del Estado.
A partir de hoy la transparencia será la columna del gran edificio que es el Estado mexicano.
Con base en ello informo a la sociedad que en este momento los aeropuertos y las carreteras están controlados y vigiladas por el ejército. Se trata de impedir que escapen a la acción de la justicia más de doscientos funcionarios a los que se les comprobaron delitos de corrupción, omisión y connivencia con los delincuentes y asesinos que han puesto a México en el peor de los escenarios de su historia: hace tres meses inició sus labores de investigación y consignación de expedientes, el cuerpo de inteligencia cuyos integrantes son profesionistas de alto perfil y comprobada honestidad.
Cuando Minerva y Mireya Wodd Armendáriz trataron de reaccionar, los agentes ya las habían inmovilizado, a la primera con una inyección que prácticamente la paralizó: lo único que pudo mover fueron sus enormes ojos grises que parecían protestar por la violación de su fuero. Y a la segunda le aplicaron una descarga eléctrica en el estómago. La distancia entre ambas acciones permitió al personal de Juan Hidalgo mantener la discreción. Sacaron a Mireya del recinto con el pretexto de que había sufrido un ataque nervioso. Lo mismo ocurrió con Minerva. No hubo ningún movimiento que llamara la atención gracias a que los diputados vecinos se mantuvieron en sus asientos para, les habían dicho, no interrumpir al señor presidente.
Se reformará el esquema de seguridad nacional para que los mexicanos se sientan seguros y confíen en las medidas preventivas que permitan el fortalecimiento de la paz social. Esta soberanía recibirá la iniciativa correspondiente.
De acuerdo con los ministros y jueces de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, propondré cambios a la Ley Orgánica del poder Judicial. La intención es agilizar los procesos de impartición de justicia y eliminar ficciones jurídicas que propicien interpretaciones violatorias de los derechos de las personas.
La banca nacional se someterá a controles estrictos, tanto nacionales como internacionales. Las instancias respectivas se coordinarán con las organizaciones no gubernamentales con el fin de evitar que el lavado de dinero forme parte de los negocios financieros que han permitido la proliferación de enormes monumentos inmobiliarios a la corrupción.
Señores legisladores: ministros, magistrados y jueces del poder Judicial; gobernadores y presidentes municipales; ciudadanos:
Ratifico la postura del gobierno que presido sobre no mirar hacia atrás excepto cuando de castigar delitos se trate.
Ahora permítanme algunos comentarios personales, historias para muchos de ustedes desconocidas:
Hace poco más de dos décadas mis padres cayeron víctimas de los sicarios del poder económico que resultó afectado por la política energética del gobierno mexicano. Eran tiempos de rencillas y venganzas irracionales. El ciclo de vida de esos y otros criminales, la mayoría fallecidos de muerte natural y en condiciones de privilegio, exhibe lo que es una constancia irrefutable de que en México la impunidad formó parte de acuerdos violatorios al estado de derecho.
En los años que trascurrieron después del asesinato de mis progenitores, tuve el apoyo del cardenal Miguel Torres de Santa Cruz y Asbaje, aquí presente. Con su sabiduría él me indujo a adoptar el consejo de Lucas. El santo católico dijo en su parábola: ‘Ninguno que empuñe el arado y luego mire hacia atrás es bueno para el Reino de Dios”.
Entonces lo escuché con amor filial y grabé cada una de sus palabras en mi inteligencia laica.
Los senadores que rodeaban al cardenal voltearon a verlo curiosos y sorprendidos por la referencia personal que había hecho Rodrigo. El cardenal se mantuvo impávido. Las huellas de su edad le generaban respeto y admiración. Por sus años era un anciano. Pero por sus actitudes parecía un hombre con el vigor de la juventud.
Ahora me baso en mi obligación republicana para ante ustedes ratificar que como este no es un reino y menos un mandato divino, sólo miraremos hacia atrás cuando se trate de perseguir delitos no prescritos. Con su apoyo podré construir la palanca para impulsar el cambio que permitirá que en México ya no exista la impunidad…
Don Jesús Reyes Heroles dijo que hay que aprender a salir limpios de los asuntos sucios y, si es preciso, lavarse con agua sucia. Muchos de los forman parte del mandato que protesté cumplir, han seguido el consejo del político mexicano. A varios de ellos les asigné la responsabilidad de coordinar las acciones cuyo objetivo es mejorar el prestigio del gobierno y por ende de México. Les anticipo que pasaremos por un proceso paradójico ya que vamos a utilizar la riqueza mal habida para quitar las manchas y recuperar el prestigio de la institución republicana.
Para todo ello necesito su apoyo y espero su comprensión.
¡Viva la Patria. Viva México…!

Hasta aquí la fábula que forma parte de mi novela El poder de la sotana (Ed. Cruman, abril de 2014). La he insertado para mostrar al lector lo que podría ser el punto de partida de una nueva época nacional donde la verdad sea el antídoto eficaz contra la corrupción y la impunidad. Sin embargo, hay un problema: el dinosaurio todavía sigue medio dormido y dando de coletazos. Me refiero al dinosaurio que escapó del cuento de Augusto Monterroso para ubicarse en nuestro territorio reciclándose con las costumbres de la política mexicana, incluido, obvio, el adn del conquistador español, legado cuya presencia en Amerindia fue acompañada por la corrupción que entonces existía.

Lo comprobamos durante en mandato de Vicente Fox Quesada. Lo ratificamos en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. Y con lo ocurrido en lo que va del régimen de Enrique Peña Nieto, confirmamos que ningún presidente se ha librado de los vicios del sistema político mexicano, lastre cuyo origen aparece detallado en la extensa bibliografía sobre la corrupción institucionalizada.