jueves, 15 de junio de 2017

Un Beato entre los diputados


Por Alejandro C. Manjarrez
Por fin el poder Ejecutivo logró que el poder Legislativo local reconociera a Juan de Palafox y Mendoza, el obispo que amplió en Puebla los espacios de catolicismo y cultura.
Como bien lo sabe el lector, este importante religioso y visionario político (por cierto de altos vuelos) formó la Biblioteca que hoy lleva su nombre. También concluyó la Catedral angelopolitana cuya edificación duró cien años, ni más ni menos; lo hizo, que conste, con dinero de su propio peculio. Pero lo curioso de la historia catedralicia está en que tal circunstancia acabó con el pretexto de los morosos que cínicos argumentaban: “No te acongojes compadrito: te pagaré cuando se termine la Catedral” (aún no se inventaban los PPS).
Pero lo más importante del hecho, digamos que moderno, está en que Juan de Palafox y Mendoza ingresa al recinto laico llamado Congreso Local para, desde ahí —aunque no le guste a los contlapaches de Rafael Moreno Valle— dedicar sus centenarias palabras al gobernante más cabrón que bonito que haya tenido la historia moderna camotera.
Hete aquí lo que dijo don Juan al jesuita Andrés de Rada, Provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España, el general en jefe del Ejército de Dios que manejaba desde la recaudación de la lana de las ovejas del Señor, hasta los cargos y concesiones con tinte religioso e incluso civil:
(Inténtese leer con voz de ultratumba las palabras que podrían poner el cuero de cochino, cerdo, puerco o marrano a los que orondos y cínicos han llenado —y lo siguen haciendo— sus alforjas personales)
Ilustre aspirante:
No es poder al que no le contiene la razón; no es poder el que rompiendo los términos del derecho, asalta a las leyes, impugna a los cánones sagrados, combate los apostólicos decretos. ¡Ay del poder que no se contiene en lo razonable y justo! ¡Ay del poder que desprecia las cabezas de la Iglesia! ¡Ay del poder que a fuerza del poder y no de jurisdicción, quiere también ejercitarlo dentro de los sacramentos! ¡Ay del poder que no basta el poder del Rey ni el Pontífice para humillar este poder! Este que parece ser poder (…) es ruina de sí mismo, porque cuando parece que todo lo pisa y atropella, es pisado y atropellado de su misma miseria y poder…[1] 
Si José Antonio Gali Fayad llegare a escuchar a Juan de Palafox y Mendoza, ¿será capaz —como dice— de construir un estado más tolerante e incluyente?
@replicaalex




[1] García, Genaro. Documentos inéditos o muy raros para la Historia de México.  Ed. Vda. de Ch. Bouret, México, 1906