domingo, 12 de marzo de 2017

La influencia moral de Javier Lozano



La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe
Jacinto Benavente

Por Alejandro C. Manjarrez
No sean ordinarios.
Javier Lozano Alarcón es un hombre que se sacrifica por su entidad, por sus amigos, por los poblanos. Dejó el Senado de la República para radicarse en Puebla y ayudar a su amigo Tony Gali Fayad cuya capacidad para gobernar, hay que subrayarlo, está fuera de toda duda.
Además de esa vocación por el bien común, Lozano nos ha demostrado que es un servidor público honesto alejado de los negocios privados y también de las sociedades diseñadas para generar la riqueza alterna que los ordinarios y malvados denominan moches. Sigue a pie juntillas la sentencia juarista viviendo en la honrada medianía que proporciona lo que la ley señala, ni más ni menos. Aboga por las causas justas pues.
La intolerancia no se le da y, creo, por eso le preocupaba el estilo represor y siciliano de Rafael Moreno Valle, por cierto —dice Javier— el panista mejor preparado para ser candidato a la Presidencia de la República. Nunca lo aceptará pero, dadas sus características de buen político, es probable Lozano se sintiera avergonzado con algunas de las manifestaciones que pusieron a Rafael en la vitrina que exhibe a los intolerantes, destellos ágatas irradiados por las plumas de los pollos que quieren más máiz (Porfirio Díaz, dixit).
Lozano es, ni duda cabe, un abogado de excelencia, razón por la cual encontró la ficción jurídica que, de vivir, haría sonreír a Dracón. Por ello no rechistó cuando fue enterado de la heterodoxa designación de Luis Banck Serrato, el presidente municipal producto del estilo chicharronero de aquel que gobernó como nunca antes nadie lo había hecho, ni siquiera el satanizado Maximino Ávila Camacho.
Así que no sean ordinarios, por favor.
Si omitimos sus tropiezos priistas, Javier Lozano es un político que dignifica la ideología heredada a los panistas por el ínclito Manuel Gómez Morín. Y a veces hace suya la filosofía de Carlos Castillo Peraza, el panista que zurró  a los priistas recetándoles, entre otras frases, esta que no tiene pierde: “Burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil”. Lo malo es que Moreno Valle sea un espléndido ejemplo de lo que criticaba Castillo, ya que logró burocratizar la democracia poblana uniendo a los tres poderes en uno, por cierto muy homogéneo y duradero. Qué decir de su mano negra en varios de los partidos políticos, influencia que permitió a Tony Gali recibir de su legador, o sea Rafa, el poder político de Puebla.
Otro de los absurdos y ordinarios señalamientos, es aquel que establece un gobierno compartido (el de Gali). Eso nunca lo permitiría Lozano ya que va en contra de su formación republicana. Así como repudia ese chisme, también desprecia el mal intencionado rumor sobre la propiedad y manejo de los antros de San Andrés Cholula, feudo que la maledicencia popular le endosa a los herederos del mandatario en funciones.
Y cuidado con que alguno se atreva a compararlo con el Tlacuache, don César Garizurieta, cuya máxima establece que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error…  No mal interprete lo que declaró a la prensa conformada en parte con pájaros (dice él) que quieren más alpiste. Respondió así a la pregunta sobre si estaría de acuerdo en bajarse el salario (lo cito): “No, porque yo vivo de esto, esa demagogia de decir con mucho gusto doy la mitad de mi salario ¿y luego a robar o qué?” Quedó aclarado el traspiés semántico cuando, como nos consta, sacrificó su abundante dieta senatorial por el magro salario asignado en la nómina de Tony Gali.
Insisto: ¡No sean ordinarios eh!
@replicaalex

http://www.milenio.com/politica/moreno_valle-preparado-margarita-javier_lozano-puebla-pan-vocero-tragaluz-milenio_0_918508152.html