jueves, 4 de febrero de 2016

La “basura” de Tony Gali


A la mejor cocinera se le pasa un chile entero
Por Alejandro C. Manjarrez
La primera vez que escribí sobre Tony Gali (“El tufo de la comuna”, 20 de mayo de 1993), el hoy alcalde de Puebla andaba metido en el negocio de la basura. Era entonces empleado y al mismo tiempo concesionario del Ayuntamiento (Eduardo, su hermano y socio, trabajaba en la Secretaría de Economía).
El tema de la columna en cuestión giró en torno al conflicto que involucró a su empresa provocando las protestas del vecino estado de Tlaxcala, donde se había ubicado el tiradero o depósito de los desechos de la capital de la entidad poblana (La Resurrección).
Ha pasado un cuarto de siglo y ahora Tony tiene posibilidades de convertirse en gobernador siempre y cuando, supongo, se comprometa a conservar la “basura” que dejará Rafael Moreno Valle.
¿Basura?
Entrecomillo el vocablo porque no encuentro otra forma de definir la herencia política que, gracias a una sesuda estrategia, heredará quien gobierne a los poblanos, legado que incluye la intención de acabar con la esencia de la República. Por ejemplo: someter a los poderes con el fin de poner en acción un esquema de gobierno que permitiera al Ejecutivo (como ocurrió) operar las ocurrencias de su titular.
Y fue, precisamente, el poder Legislativo la primer meta. De ahí que se escogieran y entrenaran a quienes habrían de fungir como los diputados encargados de legalizar todo aquello que permitiera la existencia oficial de algo parecido a un control caciquil. “Vamos por la grande. Somos el equipo del futuro, el que México necesita”, debe haberles dicho el “líder” hoy en funciones de gobernador.
En el rediseño de marras entró la mini gubernatura así como la ampliación a cuatro años ocho meses de los periodos legislativo y municipal. Se modificó la Carta Magna poblana con el objetivo de empatar el proceso electoral local con las elecciones federales. Ello además de autorizar el manejo heterodoxo del presupuesto estatal, aplicación resultado de la reingeniería financiera que incluyó el despido de personal y la disminución de los salarios de la burocracia estatal.
Para terminarla de fregar y como si formasen parte oficial del cambio, algunos directivos de distintos partidos políticos se adicionaron a la causa morenovallista, lo cual permitió al llamémosle Gran Mariscal preparar el terreno donde habría de llevarse a cabo la batalla de su vida, algo que ni al tal Joseph Goebbels se le hubiese ocurrido.
Con sólo estas acciones trazadas a vuelapluma por este columnista, el jefe del estado propició lo que podrían ser los residuos del régimen que termina, algunos —tal vez— reciclables, mientras que otros —dado su alto grado de contaminación política— necesariamente considerados como inorgánicos.
Usted decida en qué definición encaja la herencia (la mala) del gobierno actual:
*Los diputados que durarán hasta el 2018
*El personal que encubrió y justifica el pasivo conformado por la figura financiera PPS
*Los creadores del esquema de promoción pre electoral, proyecto que por cierto incluye el apellido Gali, como es el caso de la propaganda del DIF que preside la esposa de Tony
*Los operadores políticos con cargos de elección popular
*La fiscalía del estado que podría operar como blindaje judicial del actual gobernador
*La espada de Damocles representada por el Órgano de Fiscalización Superior cuyo titular es uno de los tentáculos morenovallistas
*El control familiar del Comité Directivo Estatal del PAN
*Los magistrados que aparecen en la marquesina del teatro guiñol de RMV
En fin…
Lo que según el columnista tiene visos de “basura” para el futuro de Tony Gali, por ahora presidente municipal de Puebla y candidato preferido de Rafael Moreno Valle, podría ser un plus para Blanca Alcalá Ruiz si, acaso, la priista echara toda su carne al asador con el fin de derrotar a la estructura electoral que desde hace años ha venido construyendo el actual mandatario del estado de Puebla. Esto aparte de los elementos judiciales que pudieran haber quedado escondidos entre la maraña que suele construir la soberbia política, otro tipo de “basura”, vocablo éste utilizado para determinar lo que políticamente equivale a residuos no deseados y, por ende, inservibles.
@replicaalex