domingo, 3 de mayo de 2015

Moreno Valle, ¿gallo sin espolones?


Un hombre no es desdichado a causa de
la ambición, sino porque ésta lo devora”.

Por Alejandro C. Manjarrez
Hace cuatro años los expertos en imagen pensaban que Rafael Moreno Valle tenía todo lo que un político necesita para ser presidenciable. Televisa y TV-Azteca también lo vieron con ese talante.
En la empresa de Azcárraga lo consideraron una buena “inversión”, razón por la cual ocurrió el trueque comercial basado en que el gobierno morenovallista “colaborara” para la construcción y mantenimiento del CRIT. Así fue como la televisora decidió difundir cualquier cosa que pusiera a Rafael en la pantalla de cristal. Y además lo consintió en exceso.
Dos años después Enrique Peña Nieto lo empezó a mirar con la curiosidad del político celoso. Incluso, en alguna de las reuniones de la Conago, el presidente dijo que varios mandatarios buscaban seguir sus pasos para llegar a Los Pinos. No mencionó quiénes pero volteó hacia donde estaba el poblano.
Pa’luego es tarde
Motivado por aquel digamos que reconocimiento acompañado con las melodiosas voces de la sirenas cantadoras, Rafael puso a trabajar a su equipo instruyéndolos para que buscaran aliados con intereses políticos afines y —lo supongo apoyándome en la regla que le hemos visto aplicar— dotándoles de algún tipo de financiamiento, en efectivo para no dejar huella.
En esas andaban los operadores del gobernador cuando apareció el espíritu de Montesquieu. O mejor dicho una de sus sentencias, en este caso la aplicable al tema de la sucesión del 2018: “Un hombre no es desdichado a causa de la ambición, sino porque ésta lo devora”.
El que tiene hambre en PAN piensa
Moreno Valle parecía devorado por las ambiciones de poder. Apareció la sombra del fracaso. Los hados de la política empezaron a darle la espalda. E inició la digamos que debacle que hoy lo tiene confundido, encabritado y, creo, hasta con conflictos existenciales derivados de las reacciones imprevistas. Verbigracia: la actitud de reclamo de los miles de burócratas que corrió porque —diría George Soros— se basó en el fundamentalismo del mercado, por cierto causa del fracaso de la política. Igual se ganó el repudio de los líderes sociales encarcelados por representar los intereses de la sociedad, circunstancia que lo ubicó entre los represores más destacados del país y dio a Puebla el récord nacional de presos políticos.
En ese escenario aparecieron las nuevas cuotas del agua hoy en manos de empresarios insensibles, voraces. Y el crimen del niño José Luis Alberto Tehuatlie, asesinato perpetrado por la policía del gobierno morenovallista, acto que detonó la represión gubernamental, precisamente.
Además salió a la luz pública lo que ha sido considerado como un muy bien urdido plan destinado a exterminar al verdadero panismo poblano, operación a cargo de los operadores políticos cuyo trabajo —por cierto bien remunerado— primero causó confusión y después el repudio de los custodios del PAN.
Por si fuera poco lo apuntado, también se hicieron públicos los privilegios concedidos a sus hombres de confianza, ahora beneficiados con candidaturas a cargos de elección popular, varios de ellos ex priistas habilitados como panistas, políticos y “juanitos”. Asimismo trascendieron las decisiones chicharroneras que atentan contra los principios constitucionales de autonomía municipal y soberanía legislativa y judicial.
Otra de las acciones difíciles de entender, es el presupuesto estatal destinado a la obra pública, dinero que en muchos casos y de manera transexenal fue entregado a y/o comprometido con empresarios, constructores e inversionistas inmobiliarios no poblanos, actos validados por el Congreso Local cuyos integrantes han demostrado ser eficientes subordinados del gobernador.
Ya para que le cuento sobre la cooptación de dirigentes de casi todos los partidos políticos, y del negocio de los verificentros, y de las “emboscadas” a cargo del concesionario de las foto-multas cuyas cámaras móviles suelen ocultarse detrás de postes, árboles, basura, escombro y piedras. La obvia intención de estos actos, es sacar dinero extra del bolsillo de los ciudadanos para meterlo a la bolsa del gobierno morenovallista encariñado, ya lo dije, con el “fundamentalismo del mercado”.
Chirrión por el palito
Esta gama de hechos —más el carácter especial del mandatario— me llevan a concluir que mermaron sus posibilidades presidenciables. Hoy los ciudadanos lo ven como un tirano, impresión que, gracias a los medios de comunicación, ya es del dominio público nacional. Quizá por ello el Presidente de México le alce pelo, sobre todo después de la expresión que le asestó Martha Erika Alonso de Moreno Valle cuando lo refirió al decir que la sociedad había votado por un guapo que no sirvió de nada a los mexicanos.
¿Qué le pasó a la Primera Dama de Puebla? ¿Acaso escuchó la frase en voz de su marido y fue una expresión consensuada? ¿O simplemente se le chispoteó la idea al repetir sin pensar lo que dijeron en alguno de los desayunos privados de Casa Puebla? No lo sé. Pero lo que sí sé es que esas palabras indignaron al habitante principal de Los Pinos. En fin…
El resultado político de los cuatro años del gobierno ya deben haber producido en Moreno Valle algo parecido a un conflicto existencial. Lo curioso es que este efecto sicológico fue pronosticado por los periodistas que no mordieron la brida gubernamental, mismos que son vistos como enemigos del poder en lugar de considerarlos portadores del sentir de la sociedad.
Como a estas alturas cualquier pronóstico del columnista podría tomarse como una perogrullada, concluyo con la siguiente pregunta que el lector podría responder allá en su íntima intimidad:
¿Podrá Rafael recuperar aquella posibilidad que lo hizo uno de los mejores clientes de las televisoras y adversario político con espolones para gallo?
Yo digo que no pero…
@replicaalex