martes, 25 de febrero de 2014

Las dos caras de Rafael Moreno Valle



Por Alejandro C. Manjarrez

No soy yo quien piensa,
son mis ideas las que piensan por mí.
Lamartine

Una:
Ya recorrió el país e incluso fue a Washington en representación de los gobernadores mexicanos.
Apareció en la escena de la República retratándose junto al Primer jefe de las Instituciones Nacionales.
Estuvo cerca y les sonrió a los tres jefes de Estado que en Toluca constituyeron la Cumbre de Norte América.
Ha sido, pues, de facto y de jure, algo así como el ajonjolí de todos los moles, privilegio que oficialmente concluye este mes de febrero pero que, sin embargo, él tratará de ampliar valiéndose de la interacción con los gobernadores estadounidenses, actividad inventada por él o por sus asesores.
La otra:
Después de tres años en el cargo, Rafael sigue sin tolerar ni entender a la prensa crítica de Puebla.
¿Por qué?

Para conocer sus razones tendríamos que meternos a indagar en lo que ocurrió allá en su íntima intimidad, laberinto donde quizás se encuentre escondida la justificación a lo injustificable.
Dada esa complejidad enmarañada, prefiero adoptar la idea de que Rafael es un gobernante distinto a la mayor parte de los últimos nueve mandatarios estatales. Y la explico con los siguientes argumentos, digamos que históricos:
Armonías y divergencias
Alfredo Toxqui Fernández de Lara, estableció una buena relación con la prensa local. Lo hizo, creo, para orientarse, informarse y eludir los errores que habían tumbado del cargo a sus dos colegas doctores: Rafael Moreno Valle y Gonzalo Bautista O’Farril. Su actitud y cultura permitió a los periodistas involucrarse con el trabajo de un gobierno empeñado en fortalecer la estabilidad social e impulsar el desarrollo cultural y económico de Puebla.
Guillermo Jiménez Morales robusteció la buena relación con la prensa. Y aunque antepuso la empatía basada en el “soy tu amigo luego entonces trátame como tal” (algo parecido aunque en las antípodas al “no te pago para que me pegues”), pudo convivir en paz con los periodistas, incluidos los críticos, que por cierto eran muy pocos.
Mariano Piña Olaya inició su gobierno igual que Moreno Valle Rosas: con distingos y menosprecio hacia los colegas de casa. Esto permitió a don Alberto Jiménez Morales, su asesor y operador político y financiero, intentar establecer controles que moderaran al periodismo que por aquellos días empezaba a manifestarse con la esencia crítica (o antigobiernista) impartida en las aulas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.
Llegó al gobierno Manuel Bartlett Díaz y el periodismo repuntó a pesar de que la cultura política del gobernante provenía de mandatos federales represores o antagónicos del periodismo libre: Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Salinas, ni más ni menos. Según mi apreciación, el inesperado cambio se debió a las aspiraciones de Bartlett, entre ellas la obtención de la primera magistratura de la nación. Necesitaba quitarse los sambenitos que le endilgaron o heredó. De ahí que escuchara, discutiera, entendiera y corrigiera lo corregible. Y por ello, supongo, hubo diálogo entre prensa y poder. Pero también se dieron las disputas que produce la ideologización del periodismo y del poder. Fue pues un sexenio digamos que interesante y formativo.
Melquiades Morales Flores es otro cantar: su apertura con la prensa lo convirtió en víctima del chacaleo y de las entrevistas banqueteras. Conocía a todos, y todos lo conocían. Sin habérselo propuesto daba la nota del día. Lo salvó su carácter y buena fe, no obstante que en su relación con la prensa no encajara con la excelencia política y profesional que exigían los nuevos tiempos.
Mario Plutarco Marín Torres, mejor conocido como el “Precioso”, pintó su raya desde el primer día de su gobierno. Quiso recuperar lo que José López Portillo estableció como condición y, palabras más palabras menos, le soltó a los dueños de medios de comunicación, que la propaganda del gobierno (léase convenios) sería para aquellos que no lo criticasen. Pero al fin político, Marín rectificó poco antes de que se le viniera el mundo encima, cuando se difundió la grabación de su affaire con Lydia Cacho y Kamel Nacif. Pasado este vendaval, Mario eludió las entrevistas porque, justificó su comunicador en turno, le pasó lo que a la mula azotada  con palos.
Genio y figura
Rafael Moreno Valle parece decidido a conservarse como enemigo de la prensa no oficialista. Al buscarle alguna similitud con sus antecesores, encontramos que podría estar de acuerdo con las actitudes de Piña Olaya, por ejemplo, y con el estilo refractario de Mario Marín. Nada que ver con Toxqui ni con Guillermo Jiménez, ambos buenos políticos. Tampoco con la sencillez y sensibilidad social de Melquiades Morales cuyos buenos oficios lograron borrar sus antecedentes electoreros. Menos aún con Manuel Bartlett Díaz, de los gobernadores de Puebla, el académicamente mejor preparado.
¿Cambiará el susodicho?
Es difícil precisarlo. Lo único que podría inducirlo es que se dé cuenta de la necesidad de quitarse etiquetas como la de Elba Esther Gordillo, por mencionar la tatuada. O que entienda que debe borrar de la memoria nacional sus valga el eufemismo importantes intervenciones electorales, las mismas que lo hicieron un gobernador con influencia y poder sobre los otros poderes. O que agarre la onda para que persuada al presidente Enrique Peña Nieto de que él, Moreno Valle, es un político demócrata y además un hombre convencido de que la inteligencia del pueblo no acepta atentados. Digo.

@replicaalex



domingo, 9 de febrero de 2014

Tony Gali, futuro mini gobernador



Por Alejandro C. Manjarrez
Gustavo Díaz Ordaz se manifestó en contra del dicho aquel que establece que los poblanos tenemos dos caras. Lo hizo al responder la pregunta del periodista que lo cuestionó recordándole esa sentencia producto del, a veces, malévolo ingenio popular.
¿Usted cree que si eso fuera cierto yo traería puesta la que ve?, se defendió el hombre de Chalchicomula.
Démosle pues el beneficio de la duda al ex presidente de México, empero, a cambio de ello pongámosle el “rostro demoniaco del poder” (Gerhard Ritter, dixit), máscara (ahora para él mortuoria) que suele aparecer colocada en casi todos los mandatarios vivos —y aquí parafraseo a Maquiavelo— que ven a sus gobernados como seres malvados… o tontos, en el mejor de los casos.
Camotilandia
Parto de lo que acaba de leer para dejar asentado que el gobernador de Puebla, NO tiene dos caras aunque de repente nos muestre su rostro demoniaco del poder. Y avalo este mi aserto mostrándole al lector lo que fue, es y sigue siendo el mañoso plan diseñado en beneficio de José Antonio Gali Fayad, estrategia que incluye —por qué no decirlo— la gubernatura de Puebla, tamal que desde hace tres años se preparó basándose en que uno le demostró al otro su disposición a jugársela con él, actitud que incluyó alguna de las variables (financieras o promocionales) comunes en los procesos electorales.
“¡Fuera máscaras!”, pudo haber sido la consigna entre amigos. De ahí la profusa promoción que el otro hizo del uno valiéndose de vistosos espectaculares y de enfáticas expresiones surgidas de la propia voz del poder, dichos y hechos que pusieron a Tony en los cuernos de la luna. Por ello la referencia a la definición de Ritter, frase apuntada líneas arriba: “el rostro demoniaco del poder”.
Abundo, machaco y recalco en la tesis referida valiéndome de tres de los movimientos de la gran estrategia gubernamental, aromatizada —agregaría Nezahualcóyotl pensando en el pájaro de las cuatrocientas voces— con el enervante perfume del poder:
1. Marcelo García Almaguer
¿Por qué el mandatario se desliga (eufemismo necesario) de su amigo Chelo, cómplice, publicista personal, cofrade y miembro honorario de la familia Moreno Valle?
La respuesta es simple: lo mandó a preparar el otro tamal, el del 2018, ubicándolo en el espacio público donde prevalecerá cuatro años ocho meses, primero como comunicador oficial del carismático presidente municipal (es un hecho), y después manejándole a su brother (esta es una suposición basada en la obviedad) el prolegómeno mediático al relevo de Enrique Peña Nieto.
Aparte de ello, las características naturales del buen Tony obligaron a su paradigma (léase Rafa) a establecer un método de control para que la simpatía personal (o ambición) no aleje al primero del segundo. Esto es, hay que cuidar que Gali eluda la tentación de irse por la libre para tapar su cara con el antifaz demoniaco, precisamente.
2. Los conscriptos de Rafa
Con el fin de fortalecer y garantizar lo que podríamos llamar marcaje personal, se diseñó y puso a funcionar la segunda parte de la estrategia Rafa-Gali-Chelo: el control del Congreso local. Se trata de un excelente candado a las ambiciones personales que suelen aparecer en la cabeza de los hombres carismáticos y pudientes, sobre todo en aquellos que tienen facilidad para los negocios. En este ámbito fueron colocados como legisladores (disculpe mi segundo eufemismo) los hombres y mujeres del gobernador. Diría el clásico de Camotilandia: Jorge Aguilar Chedraui cierra la pinza que, casualmente, por culpa de la ética demostrada por Fernando Manzanilla Prieto, ahora le disputa Eukid Castañón, el honorable portador (perdón por el sarcasmo) del temido garrote morenovallista.
3. El carnaval
Para que el final de esta mascarada no siga la tradición del Rosario de Amozoc, se hizo necesario sacar a relucir algunas caretas más, sobre todo las policromadas y festivas. Así apareció en la escena mediática el figurín Cabalán Macari Álvaro, de ilustre prosapia yucateca. Según mi modesta apreciación, la aparición en los medios de comunicación del comodín sexenal, obedece a una estrategia distractora parecida, por cierto, a las fiestas carnestolendas, como la de Huejotzingo por ejemplo: unos bailan mientras que los otros disparan sus mosquetones. Todo ello para divertir, asustar y sorprender al respetable.
Se preguntará el lector suspicaz sobre el atrevimiento del columnista para suponer que el próximo mini gobernador será aquel que designe y apoye el poderoso mandatario de Puebla, mismo que hoy porta, insisto, “el demoniaco rostro del poder”.
Por aquello de las dudas respondo:
La razón de mis aseveraciones se basa en los hechos que establecen que Rafael Moreno Valle ha sido claro. Su proceder no deja lugar para otras conjeturas porque ese espacio se redujo desde el día en que Tony Gali Fayad recibió el riesgoso espaldarazo político-preelectoral, cuyos efectos y estrategias prevalecieron durante el proceso que, como a todos consta, contó con el apoyo de la parafernalia morenovallista y de una que otra estratagema, digamos que criminal. De ello escribiré en la próxima columna.

@replicaalex


lunes, 3 de febrero de 2014

Las sombras de Moreno Valle



Por Alejandro C. Manjarrez
Ni modo: como Rafael Moreno Valle es la estrella del gobierno poblano colocado ya en la orilla del tobogán, resulta obligado escribir sobre lo que le depara el futuro, que por cierto se parece a las fotografías blanco y negro de alto contraste. Esto porque su resplandor ha formado las enormes sombras que lo persiguen. Veamos algunas:
1. Después de promulgadas las reformas constitucionales, bajó la presión que durante un año condujo el comportamiento y hasta los gestos de Enrique Peña Nieto. Hoy el Presidente de México está más suelto, relajado y metido de lleno en el ejercicio del poder republicano, reacomodo que incluye el control de las instituciones. Esto le ha restado importancia a la condición de mediador que los gobernadores delegaron en Moreno Valle, cuando el Pacto por México era el eje fundamental de la política nacional. Por ello el poblano pasará a ser es un integrante más de la Conago, con una obligación para él excepcional e incluso frustrante: la prudencia, actitud que lo exhorta a evitar los excesos del poder, incluidos los mediáticos.
2. En lo que es el inicio del presidencialismo renovado, el PRI habrá de comportarse como partido en el poder: además de repercutir y promocionar los actos del Presidente Peña, la dirigencia nacional necesita demostrar que la democracia no es concesión ni gracia de los gobernadores, incluidos los priistas. De ahí que el gobierno de Puebla esté en la mira de los hombres del Presidente debido a que cinco de los partidos actúan de acuerdo con las instrucciones de Rafael Moreno Valle
3. Una vez promulgada la Reforma Política e instalada la estructura del Instituto Nacional Electoral, los consejeros del IEEP pasarán a mejor vida burocrática; es decir, Moreno Valle perderá el control de las elecciones y, por ende, de los cinco membretes partidistas que dependen de él o de su gobierno, que es lo mismo. Seguir metiendo mano en los procesos político-electorales, lo pondría en el umbral de las denuncias que conocerá la Fiscalía de la Nación. Dicho lisa y llanamente: de persistir la manipulación en esta área, el mandatario no podría escapar a las imputaciones que lo ubicarían como presunto delincuente electoral.
4. Es prácticamente imposible pero Rafael tendrá que borrar de los anales el hito histórico que forma la mayoría de los diputados locales (o sea el Congreso poblano, casi en pleno): son y seguramente seguirán siendo sus empleados y operadores políticos. Lo curioso es que estamos ante un fenómeno de origen priista (de la vieja estirpe) que, de persistir, sería señalado y combatido por el nuevo PRI. Pero si acaso la nueva dirigencia estatal priista se negara a cumplir esta digamos que obligación ética, avalaría aquello de que siguen siendo comparsas del morenovallismo. Y esto daría el tiro de gracia al PRI poblano. ¡Vaya sombra!
5. El factor Elba Esther Gordillo conservará su condición de lastre del mandatario estatal poblano. He aquí las razones:
Si partimos de la postulación al senado y rematamos con el apoyo logístico electoral que causó la derrota del PRI en el estado de Puebla, tenemos que concluir que Moreno Valle le debe la gubernatura a la Maestra, referencia que habrá de prevalecer en el cerebro político de Enrique Peña Nieto. Recordemos que por ella el PAN ganó la presidencia de la República y que gracias a ella el PRI se resquebrajó para perder desde elecciones hasta militantes además de presencia nacional. Aquel es pues un agravio que le fue cobrado en parte a doña Elba. Empero, como reza el corrido popular que sirvió de epígrafe a El Llano en llamas de Juan Rulfo: “Ya mataron a la perra, pero quedan los perritos...”
6. Y sí, como escribió Rulfo, “el viento que (sopla) desde abajo nos trajo un tumulto de voces amontonadas, haciendo un ruido igual al que hace el agua crecida cuando rueda sobre los pedregales”. Son las señales captadas en las páginas de la prensa libre que, paradójicamente, resultó impulsada por la actitud refractaria del mandatario poblano. Ya lo sabe el lector pero vale la pena repetirlo: con su dedo flamígero, Moreno Valle trazó la línea que separa la elegía mediática de la ética periodística. Y esto me lleva al siguiente punto:
7. La prensa auténtica seguirá atenta a las acciones del gobierno de Puebla y su gobernador. En una de esas hasta podría descubrir los vínculos de funcionarios con los empresarios que han hecho muy buenos negocios en Puebla, operaciones basadas en la información privilegiada. Por ejemplo: la infraestructura comercial de San José Chiapa que inició su construcción en los terrenos adquiridos antes del aviso oficial sobre la determinación de la empresa Audi, decisión relativa a asentarse en Puebla. O los beneficios etiquetados y derivados de la privatización y contratación de empresas extranjeras convenientes para el poder político estatal. Y qué decir de los Proyectos para la Prestación de Servicios (PPS)…
En fin, lo bueno de estos cambios, encuentros, divergencias y reencuentros está en que el gobierno rescató del ostracismo a varios periodistas que habían olvidado que el nuestro es un oficio de crítica y no de elogios para quienes tienen la obligación de administrar el dinero del pueblo con honestidad y ética pública. Y que conste que no lo hizo de manera consciente sino casual. Y aquí concluyo con el siguiente y breve punto:
8. Por todo lo dicho renglones arriba, la prensa libre seguirá fortaleciéndose, circunstancia que hará las veces de parteaguas a la política de Puebla. Y ¡guay de aquel que la menosprecie o ataque!, diría el poblano Luis Cabrera Lobato.

@replicaalex