domingo, 12 de enero de 2014

¿Y la inteligencia crítica de la BUAP?




Por Alejandro C. Manjarrez

¡Tengo miedo, tengo miedo! Es el grito silencioso que reverbera entre las paredes de las oficinas públicas de Puebla.

Y sí, los funcionarios de primer nivel temen decir algo que moleste a su obligado paradigma. Por ello se volvieron autistas y desconfiados, además de prudentes, por no decir timoratos.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Replican en confianza los comunicadores y columnistas cuya voz y pluma dibujan los cuadros más espléndidos del “cadáver exquisito”, creado con las diferentes expresiones de la burocracia estatal.

Tiemblan ante la posibilidad de formar parte del infierno ése que describen y ponderan los hombres cercanísimos al gobernador poblano.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Se dicen mirándose al espejo los académicos de la universidad pública cooptados por el gran inquisidor del, por ahora, virrey angelopolitano.

La paranoia los apresó. Se les doblan las corvas al suponer que el pasado, antes motivo de orgullo, pueda revertírseles para que sean acusados de “guerrilleros ideológicos”, si no es que de funcionarios corruptos.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Sueltan a los cuatro vientos los empresarios de casa que sufrieron el estiaje unilateralmente decretado por el dueño del presupuesto gubernamental cuyo operador es un vil racista financiero.

Presienten que el periodo de los tres años que faltan, podría prolongarse debido a la mini gubernatura diseñada por el poder político que, aquí entre nos, se ha despachado con la cuchara grande.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Es el grito ahogado de los priistas cautivados por el canto de las sirenas, caricias verbales que los indujeron a dar el chaquetazo para congraciarse con los chaqueteros.

¡Tengo miedo, tengo miedo! Son las cuatro palabras del nuevo estridentismo poblano, frases cuyo eco reproduce cada uno de los cuatro gigantes que vigilan el Valle de Cuetlaxcoapan (lugar donde las víboras cambian de piel), ahora surcado por las naves que transportan al nuevo Quetzalcóatl.

(¿O no será Tezcatlipoca?)

En este grito, queja, alarido o exclamación se resumen los tres años del gobierno que unos, los menos, festejarán echando a volar las campanas de Catedral, y que otros, los más, aplaudirán debido a que inicia la cuenta regresiva. Lo curioso es que esas voces de pánico podrían acompañarse de otras, las que provendrán del diafragma de quienes vivirán en el “paraíso” hasta que el PRI-gobierno empiece a operar para adquirir el prestigio que obliga el ejercicio del poder republicano. Y entonces el ¡tengo miedo, tengo miedo!, rebotará entre el cielo y el averno poblanos donde moran aquellos que hicieron negocios con el dinero del pueblo; y los que se sometieron al dictado del poderoso en turno; y los que dieron por bueno todo, hasta las flatulencias verbales de su Jefe, el gran legislador.

Tengo miedo, tengo miedo… musitarán los que traicionaron sus principios, le voltearon la espalda a la ética pública, se entregaron al inquisidor, vomitaron elogios en líneas ágata, se empinaron para mostrar el culo, callaron asustados ante la posibilidad del celularazo o del cese fulminante, sonrieron en vez de reclamar las ofensas del poder, aplaudieron al despotismo no ilustrado, guardaron silencio ante las componendas políticas, y sudaron las calenturas del Gran Tatiaxca.

A final de cuentas el tengo miedo prevalecerá hasta que las cuentas cuadren, incluidas las que conforman los PPS, esquema financiero cuyo ropaje burocrático ha tratado de ocultar la deuda pública y/o endeudamiento voraz y desenfrenado.

¿Y la inteligencia crítica de la BUAP, el único contrapeso a los excesos del poder?

Ésa no tiene miedo y, así lo dicta la historia, pronto se hará escuchar, siempre y cuando, que conste, no tema al Torquemada del poder Ejecutivo.


@replicaalex