jueves, 28 de noviembre de 2013

Segundo tercio de Moreno Valle*



Por Alejandro C. Manjarrez

Escuché de uno de mis maestros de periodismo (son muchos, incluidos los lectores), que las columnas deben seguir el esquema de la fiesta brava: divídela en tres partes —me dijo el Matador, la primera con una frase o párrafo que equivalga a esperar el toro de rodillas y a Porta Gayola; la segunda con alguna idea y el ritmo que siga la técnica del torero que toma las banderillas y las rompe a la mitad de la plaza con la intención de practicar la suerte en los terrenos del toro; y la tercera con una figura que equivalga a matar al miura recibiéndolo después de haberle hecho la faena que arrancó el aplauso y los olé del respetable. Así mantendrás la atención del lector proclive a cambiar de tema o dar vuelta a la página en cuanto pierde el interés por lo que está leyendo.

¡Vaya compromiso!

Otra de las recomendaciones que escuché consistió en comparar a los periodistas chambones con las orquestas o bandas de pueblo cuyos integrantes no son músicos profesionales, razón por la cual a veces se les complica terminar la pieza. No encuentran cómo diablos concluir los acordes y siguen y siguen esperanzados en que alguien les cuente hasta tres para que dejen de tocar. De ahí que sus interpretaciones suelan ser maratónicas.

La tercera recomendación fue en el sentido de que respetara la dignidad de quienes formen parte de mis comentarios, permitiéndoles además salvar su prestigio pero, al mismo tiempo, por aquello de las reclamaciones o derecho de réplica, sin soltar la carta principal que deberá conservarse bajo la manga.

El cuarto consejo, que por cierto resultó una sentencia, fue la observación sobre el difícil oficio de columnista: cada político que se convierta en tu amigo es una letra menos en el teclado de tu máquina de escribir.

No sé si he logrado poner en práctica ésas y otras recomendaciones, mismas que me reservo para que este libro no parezca el manual de periodismo que algún día, cuando se me ocurra sentirme calificado para semejante compromiso, me gustaría elaborar. De lo que estoy seguro es que la política poblana parece una escuela abierta para aquellos periodistas empeñados en seguir aprendiendo mientras el cuerpo aguante. Esto porque siempre habrá servidores públicos empeñados en ser clones de sus maestros con la intención supuestamente casual de formar alumnos que hereden la técnica de lo que podríamos llamar un proceso ad infinitum. Como diría el clásico, para muestra basta un botón y concluyo con la última acción morenovallista diseñada, digo yo, con el deliberado propósito de recomponer su camino hacia el 2018. Debo aclarar que no se trata del cierre de la “faena” morenovallista sino de lo que podría ser el inicio del segundo volumen de Puebla variopinta, conspiración del poder.

Plan C

Todo empezó con el balazo que mató a Luis Donaldo Colosio Murrieta. De no haber existido ese complot que muchos le atribuyen al Estado mexicano, entonces bajo el control del salinismo, otros pajaritos hubiesen cantado en tierras poblanas. Por ejemplo: Melquiades Morales Flores nunca habría llegado al gobierno y, por ende, Rafael Moreno Valle Rosas seguiría en Nueva York peleándose con los dueños del dinero, incluidos los capitalistas de origen judío.

Lo de Melquiades se explica en las páginas anteriores; empero, valga repetir algunas líneas:

“No les pidas nada ni les aceptes nada (a Mariano Piña Olaya y a Alberto Jiménez Morales). El partido se hará cargo de tus gastos y el pago de la nómina”, le dijo Luis Donaldo convencido de que Melquiades cumpliría sus instrucciones.

… la petición advertencia fue desdeñada y el nuevo dirigente del pri acudió a don Alberto Jiménez para manifestar su obsecuencia al gobierno, acción que —según lo dicho por Lydia Zarrazaga Molina (1961-1995), política cercana a Luis Donaldo— provocó que éste lo borrara de la lista…

El caso de Rafael iii también estuvo vinculado al desafortunado suceso que cambió la vida de varios colosistas y zedillistas cuyo futuro parecía escrito en sánscrito. Uno de ellos: Luis Banck Serrato. Otro: Fernando Manzanilla Prieto. El tercero: Luis Maldonado Venegas. Éste último, que por cierto era (y lo sigue siendo) el gurú de los entonces jóvenes talentosos con posgrados en universidades estadounidenses, se encargó de arroparlos valiéndose de su cercanía (era coordinador adjunto de la campaña) con Ernesto Zedillo, otro de los beneficiados por el asesinato de Colosio. Gracias a esos vínculos político-profesionales, años después, Manzanilla tuvo oportunidad de integrarlos al gran “proyecto Moreno Valle” cuya incorporación en la política poblana ya quedó explicada renglones atrás.

Fernando llegó a Puebla como subsecretario de Egresos en la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social; Banck lo acompañó haciéndose cargo de la coordinación general de Desarrollo Social; y Maldonado se integró como asesor externo encargándose de proyectos pensados y elaborados con la deliberada intención de impulsar la imagen pública de Moreno Valle, a la sazón un joven profesionista con talento y simpatía personal.

Fracasó el primer intento gubernativo cuando Mario Marín les ganó la partida. Sin embargo, prevaleció la idea debido a la tozudez de Rafael y al genio e ingenio de éstos sus “cómplices”. Así llegó al gobierno después de pasar por las diputaciones local y federal y desde luego el senado de la República, todo ello en tan sólo cuatro años y meses. En este tráfago político Rafael se alió con Elba Esther Gordillo hasta que ocurrió lo que fue un conflicto político-legal de grandes proporciones, circunstancia que afectó al morenovallismo entronizado gracias a la entonces innegable influencia de la lideresa magisterial, el hada madrina de Felipe Calderón y de varios más, incluido el poblano.

Ante ese evento sorpresivo y desafortunado para el grupo más el retorno del pri a Los Pinos, hubo que modificar la estrategia general así como prepararse y poner en acción el “Plan C”. Maldonado cambió de adscripción a fin de ocupar la Secretaría General de Gobierno de Puebla (era secretario de Educación Pública). Manzanilla dejó su lugar a Maldonado en el gabinete para emprender su campaña a la diputación local, cargo que ejercerá durante cuatro años ocho meses. Y finalmente Banck abandonó la iniciativa privada donde su trabajo (relaciones institucionales con el gobierno) estaba muy bien pagado; la razón: integrarse al gabinete morenovallista como el sexto secretario de Desarrollo Social.

Con estos movimientos estratégicos más el control político sobre el Congreso local a donde llegó la mayoría impulsada y palomeada por el gobernador del estado de Puebla, incluidos los principales ayuntamientos gobernados por su gente, se renueva y fortalece el gran Proyecto Moreno Valle. Por eso digo que en el 2014 inicia el nuevo tercio que incluye todo tipo de suertes apoyadas por los subalternos referidos y la cuadrilla que, seguramente, será reforzada con uno que otro matador sin coleta, pero con cola.

Y el pueblo (me incluyo) seguirá observándolos desde el tendido de sol.

@replicaalez

*Final del libro en impresión: Puebla, la conspiración del poder