miércoles, 12 de junio de 2013

El burócrata, el académico y el tránsfuga

La política y la corrupción: http://bit.ly/1bxF6eC


Por Alejandro C. Manjarrez
Excepto las de Jorge Aguilar Chedraui y José Juan Espinosa, candidatos que medio se salvan de la atonía propagandística (aparecen hasta en la sopa cibernética), pareciera que en la “zona metropolitana” de Puebla (Cholula es un municipio conurbado) no hay más que dos campañas: la de Enrique Agüera Ibáñez y la de Tony Gali Fayad. A ellas incluya el estiércol que cruza el espacio poblano, boñiga lanzada por los “genios” del marketing que convirtieron a los ángeles alados en chamucos coludos.
Sólo falta que esos extraordinarios “estrategas” saquen a relucir su talento valiéndose de las características de cada uno de los adversarios en la lucha por la alcaldía de Puebla. Por ejemplo: que si gana Gali digan que la ciudad tendría los mejores camellones. O que si el triunfador es Agüera nos aseguren que ya no habría vueltas y menos aún recules en Ü (perdone usted la simpleza pero el ingenio no da para más debido a lo plano de las promociones de cada cual).
En fin, respetado lector: lo más interesante del momento político que vivimos —efecto consecuencia de la guerra negra— está en la difusión de la solvencia financiera de Tony y Enrique, riquezas las dos promocionadas primero en la televisión por Denise Maerker, y después en las redes sociales, arma “ultra secreta” de quienes integran los war room del PAN y del PRI.
En el caso de Tony, el reportaje televisivo puso al equipo a parir chayotes ya que el golpe mediático se basó en su chambona declaración de bienes. Se exhibió al candidato variopinto como un ciudadano que quiso mostrarse ante la sociedad como alguien que garantizaría que la corrupción es cosa del pasado (“robamos, pero ya no volveremos a robar”). También influyó la participación de los panistas desplazados cuyo desquite se basó en denunciarlo. De ahí que a los valedores de Tony les haya salido el tiro por la culata provocándole a su candidato una horrible joroba dromedaria, misma que nunca podrá quitarse. Incluso, en un descuido, hasta podría aparecerle otra más siempre y cuando la guerra en su contra incluya a sus hijos.
El académico
Respecto al ex rector podemos decir que el “balconeo” excesivo funcionó en su persona tal y como si fuese una vacuna. Ello gracias a que el recicle de la nota en el “canal de las estrellas” (entre otras de las informaciones diseñadas con la intención de desprestigiarlo), le permitió divulgar la resolución de la PGR dictada a su favor, investigación que avaló lo que en derecho se conoce como verdad jurídica. Dicho con otras palabras: la guerra sucia lo limpió tal y como alguna vez lo dijo don Jesús Reyes Heroles:
“En el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”.
Y ya que traigo a colación al ideólogo del PRI cuyo legado le ha sido útil a políticos de otros partidos, engarzo su pensamiento para formar una cita, la que a mi juicio cae como anillo al dedo a los contendientes referidos y debería poner en estado de alerta a quienes votarán el próximo 7 de julio.
Hay quienes esporádicamente intervienen en la política con ánimo de hacer una buena inversión económica. Intentan con estas intermitentes incursiones no sólo recuperar lo que consideran su inversión, sino multiplicarla de tal manera que produzca los más altos dividendos posibles en el mundo. Ni los negocios deben llevar a la política, ni la política a los negocios. Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.
El tránsfuga
Preguntarán dos de cada cien lectores de esta columna (me baso en las encuestas electorales, que conste): ¿Y qué onda con Miguel Ángel Ceballos? ¿Por qué el columnista no lo ha mencionado?
Parto de que existe esa duda para responder con la verdad que, reza el refrán, no peca pero incomoda.
Él también es millonario. Declaró un patrimonio de 10 millones de pesos. Imagino que desde pequeño ahorró sus domingos o que, por austera, su vida privada contrastó con su estatura de basquetbolista.
El “Chiquilín”, como lo motearon en el Estado Mayor Presidencial (ahí trabajó un rato), entró a la contienda por la alcaldía poblana seducido por el canto de las sirenas (“cultivo yucateco”, diría el clásico). Lo políticamente trágico es que puede pasarle lo mismo que en la anterior elección local ocurrió a los priistas que abandonaron su partido después de que les pidieron trabajar para mantener el registro del organismo político de la maestra Elba Esther Gordillo (¡vaya paradoja!). Ninguno de ellos ganó y todos se quedaron como el perro de las dos tortas. Algunos tristes y con la cola entre las piernas debido a que su mentora fue encarcelada, acción que les impregnó el tufo a corrupción.
Con algunas variables, ése podría ser el destino del Profe Ceballos, candidato del PT, el partido cuya vida pública depende de la respiración boca a boca, técnica a cargo de quien ejerce o le ha sido delegado el poder político.
Concluyo pues con el siguiente pronóstico, mismo que acompaño con la cita que da pluralidad a la columna:
Quien gane la alcaldía será un presidente municipal con dinero de sobra (capital que no garantiza la comprensión del criterio reyesheroliano). Pero cuidado porque como lo sentenció Carlos Castillo Peraza, filósofo e ideólogo del PAN:
Twitter: @replicaalex