miércoles, 8 de mayo de 2013

La sociedad civil vs el poder político


Cualquier parecido con los actuales gobernantes no es casual


Por Alejandro C. Manjarrez
Si Hernán Cortés se hubiese lanzado de candidato, seguramente habría puesto en práctica todos los trucos que hoy lastiman la dignidad franciscana del PRD y PAN, los partidos cuyos dirigentes se dicen indignados por lo que antes practicaban. Y digo Cortés Hernán porque el conquistador pervirtió a los entonces ingenuos y bien intencionados indígenas. Compró a los caciques indios para que, además de controlar a sus congéneres, los corrompieran ofreciéndoles el mismo cielo que los curas simoniacos prometieron a la soldadesca arrepentida de sus pecados: violaciones, infanticidios, genocidios (Cholula), homofobia criminal (Ixtacamaxtitlán), pedofilia, ejecuciones a los indios no conversos, tortura y desde luego el soborno que sedujo a las “buenas conciencias” de aquellos días.
El susodicho conquistador también tendría la patente de las concertaciones políticas diseñadas para quitar presión a los grupos opositores desplazados del poder por su poca imaginación para operar acciones contrarias a la moral pública. Y qué decir de la extorsión basada en manipular los errores o fallas legales de los líderes críticos de los gobiernos, de jure o de facto da lo mismo.
A esos métodos precursores del Capitán peninsular, habría que agregar la cooptación de rivales y adversarios mediante la oferta de una piscacha de poder e incluso alguna retribución o concesión, digamos que decorosa y socialmente justa (Tlaxcala). E incluir su habilidad para conservar el poder mediante la compra de voluntades con oro (soldados de Diego de Velázquez). Por si fuera poco agreguemos su prolífico comportamiento sexual y el método para difundir propósitos buenos o malos pero en su beneficio basándose, obvio, en la hablilla de boca en boca, de oreja en oreja, de cantina en cantina y de lupanar en lupanar, antecedente de lo que hoy conocemos como redes sociales.
¿Y la alquimia que convierte el plomo en oro?
Cinco siglos después
Como verá el lector las cosas siguen tan igual como antes pero con su toque de modernidad.
Los políticos cambian de chaqueta si ven algún incentivo pecuniario (oro).
Los dirigentes y gobernantes reclutan prosélitos pirateándoselos a los partidos distintos al suyo (les ofrecen diputaciones o alcaldías).
Las redes sociales también son utilizadas para propagar aquello que beneficie al político promotor y perjudique al adversario.
El dueño del poder convence, compra o conquista a los líderes sociales dispuestos a manipular a su gente mediante el dorado de la píldora y la obtención de favores o patrocinios de provecho personal.
Algunos mandatarios son catalogados como burdos y mostrencos gracias a su falta de imaginación para delinquir y contratar cómplices.
Existen dignatarios eclesiásticos que trastocan el canon divino si alguien poderoso les paga por la indulgencia, el divorcio religioso, el perdón o el secreto de confesión.
La alquimia dejó su concepto antiguo (4 mil años) por un logaritmo que forma parte del método para transformar los votos en oro (presupuestos de gobierno). Bueno esto último también aplica para los partidos políticos que hoy critican el cochinero y las complicidades que antes practicaron; verbigracia: elecciones partidistas en el Distrito Federal y los apoyos magisteriales que les permitieron obtener la Presidencia de México.
La sociedad
El único remedio para esta llamémosle herencia es la opinión pública organizada o no. No hay otra forma para oponerse al desdén palaciego que incluye la corrupción en sus diversas manifestaciones, todas ellas bajo el “principio” que forma parte de la cultura política mexicana: “el que las hace no las consiente”.
Concluyo con las líneas que nos obsequió Armando Labra (1943-2006), economista visionario, ético, honesto y sin pelos en la lengua. Es sin duda parte de la solución que está en manos de los más donde usted y yo militamos:
La idiosincrasia comunitaria frente a la crisis es un rasgo esencial de los mexicanos, que ahora se expresa en la proliferación de grupos que se organizan, reflexionan y construyen alternativas políticas para la nación, ante la mediocridad o inexistencia de ofertas políticas provenientes de los partidos o del gobierno, y ante la inoperancia real del quehacer gubernamental para el cual fueron electas las autoridades del país. Las personas en el gobierno hacen, se sirven, pero no sirven. Por ello no sólo está harta la sociedad, sino que se organiza y milita en un ejercicio político que previsiblemente será creciente y permanente…
México incursionó en un vértigo de modernización dogmática que lesionó la soberanía, hizo decaer la economía y agudizó la injusticia social. Hasta ahora, ha recaído sobre el país el cúmulo de costos, siendo imperceptibles los beneficios populares de tal intento. Modernizar al país es necesario, pero debemos escoger el camino correcto.
El problema fundamental no es tanto el cúmulo de tonterías, retrocesos y abusos que observamos y padecemos, como el daño a la nación herida en su dignidad, inteligencia y esperanzas democráticas. Fracturada en sus posibilidades económicas, defraudada en sus demandas sociales.
Lo hemos dicho antes: vivimos en una retrocracia hoy por hoy abrumadora que nos lleva hacia atrás en la política, la economía y la sociedad.
¿Podemos hacer algo? ¡Claro que sí! Métanse a cualquier organización social y política y dejen de rumiar en soledad o sólo en familia y entre cuates. Pidan la palabra. Hágalo sin pudor. Digan lo que piensen y propongan sólo acciones viables y legales. No neceen, convenzan. Pero, por favor, piensen en México y no se pasmen…

Ahora a observar a los candidatos para ver y comentar de qué están hechos: si de barro o de partículas del Cosmos o de papel moneda.

@replicaalex