domingo, 10 de marzo de 2013

“Puñales y maricones”



Por Alejandro C. Manjarrez
El príncipe Félix Yusupof encontró la oportunidad de salvar su prestigio cuando Rodzianko, presidente de la Duma, le dijo: “¿Qué se puede hacer cuando todos los ministros y todos los que rodean a Su Majestad son hijos de Rasputín? La única probabilidad de salvación sería matar a ese miserable, pero en toda Rusia no se encuentra un hombre que tenga el valor de hacerlo. Si yo no estuviera tan viejo me encargaría de ello”.
Estas palabras detonaron la conjura que encabezó el príncipe referido, autor del crimen más espeluznante de la Corte rusa de aquellos entonces. Primero lo envenenó con cianuro. Al ver que el veneno no surtía efecto, disparó su arma en pleno corazón, pero el monje loco siguió vivo. Uno de los cómplices del príncipe jaló el gatillo dos veces más; sin embargo, el odiado asesor de la zarina se negó a morir. Preocupados por la resistencia física de la víctima, Yusupof decidió envolver con un tapete al agonizante místico y atarlo para entre varios aventarlo al río. Finalmente Gregorio Efimovitch Rasputín murió ahogado.
Lo espeluznante de este crimen está en que el propio príncipe contó la historia en el libro que publicó ex profeso (El esplendor perdido). Quiso librarse así de los rumores que ponían en duda su virilidad e incluso aseguraban que él había sido sodomizado por el monje. Por eso el odio y su extrema y malévola forma de defenderse de la homofobia que existía en la corte rusa, actitud común en las mentes poco iluminadas o con algún problema de identidad sexual.
La Suprema Corte
De alguna manera ese tipo de historias son parte del entramado del tema que recién abordó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). De ello ha dado y seguirá dando cuenta Carlos Meza Viveros, abogado consultor de la causa en cuestión que en última instancia ganó Armando Prida Huerta.
Seguramente el lector se enteró de que los ministros determinaron que independientemente de que las expresiones sean coloquiales, su sola manifestación en un medio de difusión masiva tiene una connotación homofóbica y por ello lesiona los derechos humanos de ese sector social. Asimismo ha quedado establecido que las palabras “maricón” y “puñal” representan expresiones de odio frente a quienes tienen preferencias sexuales no heterosexuales.
Como al lector le costa, la resolución de la SCJN ha sido comentada en los medios de comunicación de México, España y Latinoamérica. En algunos casos por “defensores de la libertad de expresión” que no entendieron o no quisieron entender el fondo de la sentencia porque, supongo, la decisión de la Corte atentó contra su falta de ingenio o inteligencia para expresarse y escribir sin hacer uso del insulto procaz y burdo.
Lo que viene
Ahora sigo con el digamos que proemio al tema que ampliaré cuando se cumpla la otra sentencia, la que antes se dictó a mi favor misma que no fue recurrida. Mientras llega ese día le cuento que mi demanda fue consensuada con mi esposa e hijos ya que ellos compartieron conmigo la indignación de semejante referencia, epítetos sin más sustento que la absurda imaginación aderezada con el deseo de ofender.
La inteligencia en la expresión escrita permite el uso de figuras incluso mucho más agresivas que los rústicos vocablos “puñal” y “maricón”. La de sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, una mujer vilipendiada por quienes envidaban su talento e hicieron mofa de su origen paternal. A esos seres menores la poetisa les mandó el siguiente mensaje que bien podría interpretarse como una sutil pero contundente mentada de madre:
Más piadosa fue tu madre / que hizo que a muchos sucedas; / para que, entre tantos, puedas / tomar el que más te cuadre.
Refiero a sor Juana porque no ha faltado el historiador que haya supuesto en la musa un cierto lesbianismo. Si acaso esa fue su condición, es obvio que ésta hizo las veces de pie de cría intelectual al talento literario de poetas y escritores homosexuales. Es el caso de Óscar Wilde, André Gide, Marcel Proust, Paul Verlaine, Arthut Rimbaud y Salvador Novo, por citar a cuatro talentosos europeos y un mexicano. O de otros que aún viven a los cuales respeto aunque yo sea heterosexual.
Bueno, hasta aquí la introducción que busca atemperar los efectos de la boñiga periodística condenada por la SCJN, expresiones comúnmente usadas con la deliberada intención de insultar no así para señalar la condición de las personas. O peor aun cuando detrás del vilipendio existe algún titiritero que le molesta el ejercicio responsable y honesto de la libertad de prensa.
Se lo comento después.
acmanjarrez@hotmail.com Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Twitter: @replicaalex