domingo, 28 de octubre de 2012

Aguilar Chedraui, ajonjolí de todos los moles

Los padrinos de Jorge Aguilar Chedraui

Por Alejandro C. Manjarrez
El sábado en la tarde sonó mi teléfono varias veces. Al contestarlo escuché un mensaje curioso, por no decir ilegal. La voz del empleado del que supongo un call center, me invitó a conocer a Jorge Aguilar Chedraui: el tono del recadito ponderaba a Jorge como si fuese el pilar y creador del Seguro Popular. Las tres llamadas llegaron una tras otra en cosa de sesenta segundos.
¿Conocer a Jorge Aguilar Chedraui?, me pregunté. Y en seguida me respondí: y quién no lo conoce después de que tipo ha hecho las veces de ajonjolí de todos los moles: que la decena de espectaculares; que la revista Líder; que las entrevistas en distintos medios; que la lluvia de boletines reproducidos por varios periódicos y espacios de comunicación; que las constantes apariciones en la pantalla de cristal acompañando a Rafa y a la esposa de éste. Ya no digo que hasta los perros lo conocen porque entonces sí que exageraría.
Lo que tal vez ignoren los destinatarios de esas miles de llamadas —que por cierto cuestan una buena lana— es que Jorge goza de la confianza del gobernador de Puebla. Y no de ayer sino desde que el primero fungió como secretario particular del segundo, a la sazón titular de la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social. Ahí, en ese cargo, empezó a ser calado por su jefe ya que Aguilar aguantó desde regaños hasta una que otra las agresiones verbales que suelen escucharse en las oficinas públicas, donde trabajan los burócratas responsables, eficientes y exigentes al extremo (perdone usted el eufemismo).
Gracias pues a esa cachaza que rivalizó con su lealtad, el hoy secretario de Salud, en esos días director de Presupuesto, pudo librar la orden de cese espetada por el gobernador Melquiades Morales Flores. Éste había montado en cólera cuando El Sol de Puebla publicó las consecuencias del affaire protagonizado por nuestro personaje. Fue simple la estrategia para salvarlo del anatema melquiadista: sus jefes lo ocultaron entre los miles de nombres y cargos de la nómina gubernamental, hasta que Rafael Moreno Valle logró que el comprensivo Melquiades lo absolviera de su “pecado”.
La malvada prensa de entonces se encargó de promocionar lo que los periodistas consideraron una buena nota. Incluso hubo quien le agregó algún tema cuyas consecuencias rebasaban nuestras fronteras (Europa). Sin embargo, al final de cuentas casi todo se aclaró y el buen Aguilar Chedraui siguió su trayecto en la administración pública, siempre apoyado por su amigo Rafa y de paso por el manto protector de doña Elba Esther Gordillo Morales (léase Miguel Ángel Yúnez).
Una de las sentencias del controvertido y talentoso Óscar Wilde dice: “Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Y en efecto, aquella cascada de palabras críticas produjo la humedad que le dio a Jorge varios de los frutos del poder morenovallista, incluido el cargo de secretario de Salud. De ahí que alguna vez me atreviera a compartir con un grupo de médicos en funciones de legisladores, galenos que se preguntaban azorados si en Puebla no había doctores en medicina capaces como para ocupar tal cargo, que Aguilar Chedraui se había doctorado en Lealtad, actitud basada –diría Shakespeare– en la tranquilidad del corazón.
Con esa tranquilidad auspiciada por el afecto y reconocimiento de su paradigma, el mandatario estatal, Jorge echó a volar la imaginación y ya se ve despachando como presidente municipal de Puebla. E igual que lo hizo al tomar posesión en la Secretaría de Salud, podría operar su nueva cacería de brujas. El objetivo aparente: Eduardo Rivera Pérez, cuya decisión para decretar la sana distancia con el titular del poder Ejecutivo, le ganó un gran tache en la lista de taches del Señor Gobernador. Ése es el tema que hay detrás de la manga ancha autorizada para ser ajonjolí de todos los moles.
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@replicaalex