domingo, 8 de julio de 2012

El nuevo atracadero de Moreno Valle


Por Alejandro C. Manjarrez
Para Carlos Alazraki, buen publicista y mejor charlista, Andrés Manuel López Obrador ya se chingó porque “la ley es la ley”. Palabras más, palabras menos, así se lo expresó a un grupo de jóvenes cuando éstos le preguntaron su opinión sobre la lucha post electoral del candidato de las izquierdas.
Lo curioso es que la sentencia del autor de la frase: “dele un madrazo al dedazo”, coincide con el criterio general, incluido el de los líderes de la izquierda latinoamericana, supuestamente partidarios de AMLO. De ahí que Hugo Chávez y Raúl Castro, por ejemplo, hayan hecho contacto con Enrique Peña Nieto para felicitarlo por el triunfo en las elecciones presidenciales. Y eso, creo, debe haber lastimado a Andrés Manuel, más incluso que el dolorcillo que le produjeron los gobernadores triunfantes del PRD –incluido Miguel Ángel Mancera–, quienes se dejaron acariciar por el priista satanizado por él, por su grupo y por los cientos de miles de muchachos entusiasmados con las protestas del tabasqueño.
Pero como palo dado ni Dios lo quita, dejo para otro momento el tema Morena-AMLO y me aboco a dilucidar el futuro político de Rafael Moreno Valle Rosas, gobernador de Puebla y activo jugador en esta novedosa y controvertida feria política nacional. Antes permítame el lector referir parte de uno de los discursos que Rafael pronunció siendo priista y secretario de Finanzas y Desarrollo Social, palabras que, espero, apoyarán mi conclusión:
… en la política es fundamental la experiencia. Y entendemos que ésta no se obtiene con títulos universitarios. No hay estudios en el extranjero que valgan si uno no ha salido al campo y se ha empolvado los zapatos. Así lo entendemos y por ello reconocemos a aquellos de quienes hemos aprendido este oficio de servidor público. A nuestros maestros en la vida. A los experimentados
Sabemos que la política es escuchar, es conjugar experiencia con innovación. Es acercarse a la gente, entenderla, comprenderla y apoyarla. Sabemos que hacer política es servir no sólo administrar…
Con estos conceptos, el entonces miembro del gabinete de uno de los priistas más priistas del país (Melquiades Morales Flores, obvio), medio se alejó de la definición de Mario Vargas Llosa dedicada a los economistas u hombres del capital egresados, precisamente, de las universidades cuya esencia académica proviene del neoliberalismo. Puede ser. Lo interesante del caso está en que Moreno Valle aparentaba rechazar la asfixia que producen “los estereotipos que privan de lucidez a las inteligencias”. Incluso, por qué no, puede ser que hasta haya decidido abandonar el pragmatismo que forma parte de su preparación profesional para, en ese momento, hacerse pasar como uno de los servidores públicos que caminan sobre las huellas del líder o del gobernante al que sirven con mansedumbre a pesar de su “populismo”. O quizá estaba convencido de la necesidad de escuchar y, como lo dijo en el 2002, conjugar experiencia con innovación; acercarse a la gente para entenderla, comprenderla y apoyarla; y hacer política para poner al servicio de los demás el resultado de una buena administración.
Con ese derrotero condujo su barco hacia puertos seguros hasta que ancló en el de Elba Esther Gordillo primero, y después en el de Felipe Calderón, cada astillero con distinta bandería. Ya lo sabe el lector pero debo subrayarlo: conquistó a los dos y les reconoció sus enseñanzas variopintas, además de adoptar sus proyectos.
Ahora hay otro puerto al cual ya enfiló su nave. Es el de Enrique Peña Nieto, aventura que le exige reinventarse para, sin el riesgo de pasar como traidor a las causas que ha defendido, apostarse en el nuevo atracadero.
Como en su tiempo lo hicieron los piratas del Caribe (sin ánimo de ofender o endilgarle el calificativo), Moreno Valle habrá de venderse como lo que es: un político moldeable; un guerrero apasionado por la causa que le convenza; un capitán rodeado de estrategas de chile de dulce y de manteca; un conquistador cuyo encanto doblega a los espíritus más complicados y rebeldes; un navegante experto en sortear aguas broncas y mares calmos; un versado en la cosa pública; un hombre cuyo pragmatismo le permite ponderar para adaptarse a cualquier ideología… O a ninguna.

Pero también deberá reinventarse (y le urge) como gobernador de los poblanos para abandonar (aunque sea de mentiritas) su proyecto presidencial. Esto además de reconquistar a sus gobernados mostrándose incluyente, comprensivo, amable, pacificador, tolerante y amigable; como en su tiempo lo fue el mandatario al que dedicó el discurso referido. Sólo así podrá aprovechar la ventaja que tendrán los otros gobernadores que, como él, a partir de 1 de diciembre serán oposición: el nuevo Presidente llegará al poder obligado a legitimarse como tal...

Twitter: @replicaalex