domingo, 17 de junio de 2012

Bartlett y AMLO, ¿dinosaurios?



Por Alejandro C. Manjarrez
Si usted piensa que Manuel Bartlett Díaz es un dinosaurio, entonces incluya en esa especie política a Andrés Manuel López Obrador. No importa la diferencia de edades entre ambos (dos décadas). Lo que los identifica es su ideología apegada a los principios que son esencia de la Constitución Mexicana, para muchos políticos, un documento también procedente del Jurásico.
Por eso sus coincidencias.
Y de ahí que uno haya aceptado la invitación del otro para, unidos con el grupo PT-PRD-Morena, luchar por la recuperación de esos principios, precisamente.
Esa es una de las razones que preocupa a la derecha cuya inspiración puede ser la doctrina religiosa o las propuestas del capitalismo salvaje, da lo mismo. Uso el adjetivo porque un capitalismo sin la vinculación social es definitivamente salvaje. La muestra: el caos económico mundial.
Vuelvo a la Constitución:
Es sabido que cuando se promulga (primer cuarto del siglo pasado) surge como la primera Constitución que incluyó los derechos sociales, por cierto aún vigentes. Y no sólo eso: algo pasó con nuestra Carta Magna porque su, digamos que filosofía, representó y representa la única alternativa para mejorar la economía internacional (algunos la llaman “tercera vía”). Esto siempre y cuando, que conste, a los genios del capitalismo les caiga el veinte y decidan socializar la economía. Y aquí me valgo de lo que dijo George Soros en 1999, criterio que sigue siendo válido:
“La situación actual es poco sólida e insostenible. Los mercados financieros son intrínsecamente inestables y existen necesidades sociales que no pueden satisfacerse dando carta blanca a las fuerzas del mercado”.
Esas fuerzas están representadas en México por los partidos que priorizan el bienestar de los hombres del dinero, olvidándose de las necesidades de los pobres a quienes ven como un potencial mercado para hacerlo consumidor de chatarra, la que sea, comestible o televisiva. Pero ¿cómo diablos explicárselo a los electores saturados y por ende hartos de tanta boñiga propagandística, sin caer en lo que esos productores de estiércol llaman populismo?
Es difícil responder semejante duda, como también lo es convencer a los conservadores que defienden su política económica siguiendo el método de los déspotas ilustrados (siglo XVIII), cuyo argumento para ignorar al pueblo se basaba en, según ellos, tomar determinaciones que favorecieran a la masa social, razón por la cual aumentaron los pobres y se incrementó la desigualdad y la injusticia, igual como ha sucedido en esta época.
En fin. El tema de la columna es la condición y coincidencia de esos dos dinosaurios catalogados así por su tozudez en la defensa de la entraña, eje o columna vertebral de la nación mexicana. Bartlett busca ser un senador digno, mientras que AMLO quiere convencer a la sociedad para que con su voto lo hagan presidente de México. De concretarse esta segunda opción, por primera vez el pueblo, los pobres, estarían representados por alguien que se debe a ellos. Y no por esa deuda que se ha comprometido saldar –él así lo ha dicho– se alejará de los otros, o sea de los empresarios, industriales, comerciantes y banqueros.
Igual como coincidieron los constituyentes de 1917, inquietos todos por encontrar lo que al final de la jornada se plasmó como la Ley Suprema que integraba los anhelos sociales, los jóvenes de hoy –quizá sin saberlo a ciencia cierta– se descubrieron para después vincularse con la necesidad de mejorar al país, tanto en materia educativa como en la justicia social que es el concepto axial de nuestra Constitución. Lo interesante de este fenómeno es que la mayoría de ellos volteó a ver hacia la generación que pronto habrá de extinguirse. Tal vez captaron la energía de esos “viejos” dispuestos a servir de puente generacional, pensamiento que desde hace años flota en el ambiente esperando –supongo– que lo capten los cerebros que por nuevos reciben mejor las señales.
¿Qué han hecho los otros candidatos? ¿Lograron comunicarse con el pueblo? ¿Sus propuestas beneficiarán a la sociedad en su conjunto? ¿Son emisores capaces de generar ideas y compromisos que convenzan a los nuevos receptores?
En la próxima entrega hablaré de Josefina Vázquez Mota y, para seguir con el formato, del candidato a senador Javier Lozano Alarcón. Ya veremos en qué coinciden ambos personajes y si con sus propuestas convencen o asustan al pueblo.
Twitter: @replicaalex