martes, 29 de mayo de 2012

Besos de Sicilia, rasguños de Televisa



Por Alejandro C. Manjarrez
Los besos de amor-odio de Javier Sicilia y las críticas de odio sin amor contra Televisa y toda su parafernalia, han marcado con crayón rojo esta nueva etapa de la política mexicana. Y por si fuera poco, el pueblo despertó dispuesto a picar las nalgas a los dirigentes de todos los partidos políticos.
La trascendencia de ese violento pero positivo cambio, está en que se acabó la tolerancia hacia la manipulación que hasta ayer había validado la tesis del periodista y escritor español Arcadi Espada, juicio que se resume en esta su sentencia:
“El periodismo nació de la sociedad para controlar el poder. Y ahora el poder maneja al periodismo para controlar a la sociedad.”
Las consecuencias de este despertar seguramente serán positivas ya que, entre otras cosas, tienden a cambiar las prioridades de quienes han sido elegidos para gobernar. Verbigracia: cambiará el esquema de información masiva con intenciones políticas personales, estrategia que paradójicamente se paga con dinero del pueblo. También cambiará la relación del duopolio televisivo con los gobiernos estatales en beneficio, claro, de las economías de cada entidad involucrada en la promoción de personas. De igual manera cambiará el estilo de informar a la sociedad dándole claridad a la contratación y pago de propaganda y difusión de la obra pública de gobierno. Y lo mejor: cambiará la tendencia mediática de los gobernadores cuyos anhelos de poder superan el significado del prefijo ex, aspiración para la cual habían dispuesto de un porcentaje importante del presupuesto oficial con el fin de aplicarlo a la difusión de su imagen personal.
Por eso hay que aplaudir a quien o quienes de manera consciente o de pura chiripa, prendieron las mechas de –dependiendo como nos vaya en la feria– los fuegos artificiales o los polvorines sociales del país, incluido desde luego el que se conforma con los jóvenes universitarios. Y esperar impacientes y con los dedos cruzados a que los mandatarios estatales gobiernen a partir de consensos locales. Si esto último llegare a ocurrir, la sociedad ya no sería manipulada o preparada ex profeso para servirse de ella.
La otra vertiente, la roja
Pero por desventura no todo es color de rosa, diferencia cromática que me indujo a decir: debemos cruzar los dedos. Esto porque hay otros grupos cuyas expresiones van más allá de la estridencia mediática de las redes sociales. Me refiero a los que propiciaron la vergonzosa estadística que con 60 mil muertes violentas ubicó a México como un país de alto riesgo criminal y a su gobierno como una administración ineficaz para resolver este grave problema nacional.
Si, en efecto, hablo del crimen organizado que funciona como una empresa multinacional cuyo capital suma miles de millones de dólares; de la organización que se nutre de la pobreza cuyo crecimiento es exponencial; de la bola de nieve que aumenta de tamaño al ritmo del empobrecimiento de la gente; del narcotsunami al que los gobernantes han querido parar con costalitos de arena; de los grupos que cotidianamente escuchan atentos, burlones y puede ser que hasta preocupados, los propósitos de Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, augurios relativos a desaparecer el fenómeno mexicano que ha transgredido leyes y contaminado a la justicia en sus diferentes instancias.
Si como los agoreros del desastre hacemos una prospectiva basada en la lógica más que en la ciencia, concluiremos que la polarización política y social que estamos presenciando, tiene una particularidad teñida de rojo: la posible reacción del crimen organizado en contra de quienes representan lo que podríamos llamar el detonador de la moral pública; es decir, los jóvenes cuya economía familiar los mantiene lejos de los grupos que forman la veta que provee a esa “transnacional”, de sicarios en potencia, muchachos cuyo destino es la muerte por hambre (segura) o por balas (probable).
No hay de otra: hay que ir más allá de los besos del poeta Sicilia y de la reacción del war room que sirve a Televisa; confiar con los dedos cruzados para que no ocurra la reacción roja apuntada; y de pilón, que se revierta aquello de que el “poder maneja al periodismo para controlar a la sociedad.”
Twitter: @replicaalex