domingo, 15 de abril de 2012

El PRI de Rafael Moreno Valle


Por Alejandro C. Manjarrez
Como muchos poblanos yo también pienso que el PRI de Fernando Morales está en las mismas de hace cuatro décadas. Por si el lector levanta la ceja, le comparto lo que encontré en la historia a partir de la tortuosa relación entre los protagonistas actuales, enemigos antes, hoy cómplices políticos.
Inicio con una imagen de familia:
Melquiades Morales Flores llamó al fotógrafo para retratarse con sus hijos y esposa. Iniciaba su gobierno. Invitó a Fernando, su vástago, a pesar de la oposición de Socorro, circunstancia que debe haber conocido quien por aquellos días era un joven profesionista en funciones de secretario de Finanzas, mismo que después se convirtió en detractor del primogénito de su jefe porque, trascendió, le incomodaban los negocios poco ortodoxos (Fernando Manzanilla tiene la historia).
En aquella lucha entre burocrática y familiar estuvo Ernesto Echeguren quien, obvio, apoyó al retoño Morales. Se formaron así dos bandos dentro del gobierno, el que se manifestó en contra del entonces secretario de Finanzas y el que puso marcaje personal a Fernando Morales. Fueron casi seis años de estiras y aflojes, dimes y diretes, burlas y agresiones verbales. Echeguren seguía sirviendo a Melquiades y, por ende, al primogénito de su jefe.
Ya como mandatario, Mario Marín Torres apoyó el proyecto político de Fernando y le dio la espalda a la aspiración de Rafael Moreno Valle. Ya sabe usted lo que pasó: el primero siguió con sus actividades político-financieras gracias a la venia del Precioso, mientras que el segundo se aliaba con los enemigos del PRI para llegar a ser senador primero y más tarde candidato al gobierno de Puebla, donde hoy opera y se despacha con la cuchara grande. Intuyo que en el Senado y mediando los consejos de su jefe Melquiades, Echeguren empezó a acoplarse con la aspiración del senador Rafael Moreno Valle, empeño que a Ernesto debe haberle costado mucho trabajo debido a los epítetos que antes había endilgado a Rafael, actitud que, obvio, produjo resabios y rencores en apariencia insalvables (Fernando Manzanilla sabe la historia).
Empezó a operar Melquiades y puso en acción su mano tersa y conciliadora. Estaba doblemente obligado, en primer lugar para garantizar el futuro de su hijo y después para validar lo que siempre ha sido: un hombre en cuyo origen público aparece la marca indeleble del general Rafael Moreno Valle. Al final del día logró lo que parecía imposible: que Echeguren fuera perdonado por Rafael Moreno Valle, y que su hijo inclinara sus banderas ante quien había sido su peor enemigo, en principio administrativo y más tarde político.
Ahora retrocedo a la época de Luis Donaldo Colosio:
El entonces presidente nacional del PRI llamó a Melquiades para decirle que había decidido hacerlo presidente del Comité Directivo Estatal poblano con una condición: que se alejara del gobernador Mariano Piña Olaya y del súper asesor Alberto Jiménez Morales. “No te preocupes por dinero. Yo te lo daré”, dijo Luis Donaldo a Morales Flores. Menudo compromiso para quien había obtenido favores y prebendas políticas, precisamente por su espíritu conciliador contrario al requerimiento colosista. Ya en la presidencia del PRI poblano, Melquiades decidió pactar con Mariano y con Alberto, lo cual molestó mucho a Colosio, según me lo dijo Lydia Zarrazaga Molina, personaje cercano a Luis Donaldo. Lo que hizo Melquiades fue actuar de acuerdo con sus convicciones y principios políticos: respeto y sumisión al poder, y desde luego lealtad al gobernador en funciones, sea del color que fuere.
Valiéndome de estas digamos que coordenadas concluyo:
Fernando Morales le debe a su señor padre la posición que tiene y el haber quitado las aristas a su relación con el mandatario del estado. Ernesto Echeguren también le debe a Melquiades el retiro de los abrojos de su camino, limpieza que le permitió aliarse con quien antes criticaba y hoy le sirve a través del Panal. Así, Melquiades Morales consolida esta etapa de su vida satisfecho de su lealtad a quien le dio la oportunidad de llegar a ser lo que fue, o sea el abuelo del actual gobernador.
Por ello digo que el PRI está en las mismas que cuando Melquiades empezó su carrera política: en las manos de Rafael Moreno Valle. (Le consta a Manzanilla).
¿Brujería, final del ciclo, avance o involución?
Pronto lo sabremos.
Twitter: @replicaalex