lunes, 23 de enero de 2012

Zavala vs Blanca


Por Alejandro C. Manjarrez
“Esos pollos quieren máis”, decía Porfirio Díaz cuando entre su gente encontraba manifestaciones de protestas o inconformidad, si usted quiere y por aquello de las dudas (“mátenlos en caliente”), muy pero muy comedidas.
Pasaron los años y los pollos crecieron hasta convertirse en gallos y gallinas que también se manifiestan, inconforman o protestan valiéndose del escándalo que permiten los medios de comunicación. Ya no en contra de don Porfirio y sus decisiones arbitrarias, obvio, sino enfrentándose a quien ostenta o detenta el poder, en algunos casos también de manera arbitraria. Claro que existe una diferencia: ahora ya no quieren máis sino la influencia gubernamental que en algunos casos han buscado auto construyéndose los cuadros y la estructura que solventa esas sus aspiraciones.
Javier López Zavala y Blanca Alcalá Ruiz representan el gallo y la gallina indexados o modernizados (no hay sentido peyorativo, eh). Cada cual busca el poder basándose en su carrera política y también en la estructura y los cuadros que el tiempo y los cargos públicos o partidistas les permitieron formar. Ella manejándose sin desplumarse (perdón, despeinarse). Y él peleándose con quien sea y en donde sea para conquistar los corrales que hoy forman su patrimonio político.
Dirá el exigente lector: pero los dos perdieron, uno la elección que lo haría gobernador y la otra el prestigio municipal que supuestamente ayudaría al PRI a conservar el municipio de Puebla. Por si lo pensó vaya la siguiente acotación:
En las elecciones pasadas influyeron dos circunstancias. Una fue el desprestigio de Mario Marín. Y la otra la mano electorera de Elba Esther Gordillo. Gracias a esas variables y desde luego a su trabajo personal con los panistas y con otros partidos, Rafael Moreno Valle ganó las elecciones para, apoyado por sus aliados y los traidores del PRI, derrotar a muchos priistas que a priori se consideraron triunfadores. En fin, esto es harina de otro costal o, para seguir con la alegoría, granos de otro máis.
La idea de abordar el tema que usted esta leyendo, surgió de la actitud adoptada por Javier López Zavala: “Si no voy en la primera posición de la fórmula –me dijo después de declarárselo a Fernando Canales–, no seré candidato a senador por el PRI”. Le pregunté si su decisión era definitiva, y él respondió: “Esperaré hasta el viernes para que el CEN de mi partido resuelva mi petición. Lo comenté con Chong (Miguel Ángel Osorio) y éste me dijo que el plazo legal se agota el domingo. Pero yo no esperaré hasta ese día. Insisto: el viernes sabrán si sigo o me retiro de la candidatura priista.”
Después Zavala ponderó su trabajo en el PRI y también habló de su patrimonio político consistente en la estructura partidista–electoral que durante años ha venido formando. E insistió tajante: “Si no voy en la primera posición, me retiro”.
La decisión que tomó Javier López Zavala, obliga a mirar hacia otros de los espacios políticos con la intención de analizar lo que hay detrás o lo que podría suceder. Vea usted:
Después de la rebelión interna en el PRI que produjo el rompimiento con el PANAL, el escenario nacional se presenta con un millón y pico de votos menos para el tricolor, además de la presencia de otros candidatos que en muchos casos no ganarán pero que sin duda le harán un boquete más o menos importante. A esto hay que agregar los sufragios que favorecerán a López Obrador y a Manuel Bartlett, así como la lucha que pondrá en acción el PAN basándose en el desprestigio de algunos priistas como, por ejemplo, Mario Marín Torres.
Ante este panorama se me ocurren dos preguntas, a saber: ¿ganaría Blanca Alcalá sin la participación de Zavala? ¿La ausencia de Javier afectaría en Puebla los números de Enrique Peña Nieto? Me atrevo y respondo: en el primer caso no y en el segundo sí.
Otra contingencia que, dados los tiempos que corren, deben ponderar los políticos poblanos y nacionales, es la posibilidad de que Javier adopte otro partido ya sea para contender por la senaduría o bien para mostrar su “músculo” y así desquitarse de lo que para él es peor que un agravio.
¿Y Armenta y Lastiri?, cuestionarán quienes no estén de acuerdo con lo aquí expuesto. Por si le atino, aclaro y abundo sobre lo que casi todos saben: si los dos son hechura de Zavala, entonces a él le deben lo que lograron en el régimen pasado. Esto porque fueron parte de la estructura zavalista que primero trabajó por la candidatura y después por la gubernatura.
Una última reflexión:
Si Javier decidió lo apuntado líneas arriba es por dos posibles razones: a) no está seguro del resultado electoral y siente que podría perder la fórmula BlancaZavala. Si esto ocurriere y el PRI fuera la primera minoría, la ex presidente municipal llegaría al Senado, pero él no. Y b) de darse el resultado anterior, la sociedad, el pueblo y los priistas lo culparían de la derrota y terminaría su carrera como un gallo muy jugado que acabó sin plumas, sin navajas y hasta sin espolones.
Así está, pues, el corral priista que, diría el misógino e irrespetuoso don Porfirio, parece un palenque con gallos, con amarranavajas y con una que otra polla dispuesta a alborotar el gallinero. Dicha sea esta metáfora, reitero, sin ánimo peyorativo.
Twitter: @replicaalex