jueves, 5 de enero de 2012

Políticos émulos


Por Alejandro C. Manjarrez
La mayoría de los políticos son como los émulos cuyas reacciones orientan a los especialistas de la publicidad. Esto porque siguen el ejemplo de quienes imponen la moda y, en consecuencia, marcan la directriz. He aquí la relación:
Si alguien pide a cualquier político citar uno de sus libros de cabecera, es casi seguro que responda orondo que leyó El arte de la guerra de Sun Tzu. Ello porque alguno de sus paradigmas presumió de haberlo hecho.
(Lo curioso es que el autor referido, general y mercenario –si acaso es cierta su existencia–, vivió hace 2 mil 400 años, cuando las guerras eran cuerpo a cuerpo y ¡no existían las redes sociales!)
El colmo de los políticos émulos, es que además de apoyarse en el mito del chinito para elaborar sus sesudas estrategias de gobierno, acuden a otro libro, el de Robert Green (Las 48 leyes del poder), cuyo contenido anecdótico también gira en torno del mito o la leyenda que se ha ido degenerando conforme las historias orales pasan de boca en boca; ninguna de ellas, que conste, apegada a los tiempos actuales donde la comunicación ha roto las barreras que otrora permitían la existencia de los cuentos y las fábulas, costumbre que para bien o para mal acabó por tergiversar hechos reales dándoles tres efectos; a saber:
El malo: ya no hay manera de sacar del error a esos políticos que repiten y vuelven a pensar en lo mismo: aplicar a pie juntillas las “recomendaciones” absurdas unas y perversas las otras, muchas de ellas transcritas en las tarjetas que les pasan sus asesores.
El peor: los gobernados padecen el mandato que ellos otorgaron a esos modernos guerreros dispuestos a aplastar al enemigo.
El deplorable: en el momento en que algún intelectual, escritor, periodista, ciudadano crítico, adversario o empresario alebrestado resulta incompatible con el proyecto político del gobernante ambicioso o pueblerino, éste enardecido y estridente pega el grito en el cielo: “¡Aplástenlo! ¡Que nunca más vuelva a causarme problemas!” Los “sirvientes” (porque eso son) acatan sin rechistar la orden y dedican su tiempo laboral (que por cierto pagamos los causantes) a buscar la forma de aplastar o incluso desaparecer del mapa social al disidente que alteró el estado de ánimo del patrón.
Dejo para otra ocasión los ejemplos a la mano; empero, hoy comparto con el lector estas dos perlas: la primera que corresponde al libro de Sun Tzu, y la segunda que es la “Ley número 15” de la recopilación que hizo Green, el autor que, según él dice, sufrió en carne propia la perversidad de los políticos con poder:
Inspiración Sun Tzu:
“Existen cinco clases de espías”: el espía nativo, el espía interno, el doble agente, el espía liquidable y el espía flotante. Cuando están activos todos ellos, nadie conoce sus rutas: a esto se le llama genio organizativo, y se aplica al gobernante. Los espías nativos se contratan entre los habitantes de una localidad.  Los espías internos se contratan entre los funcionarios enemigos.  Los agentes dobles se contratan entre los espías enemigos.  Los espías liquidables transmiten falsos datos a los espías enemigos. Los espías flotantes vuelven para traer sus informes”.
Interpretación Robert Green:
“Empezando por Moisés, todos los grandes líderes de la historia sabían que era necesario aplastar por completo al enemigo al que temían… Si se deja encendida una sola brasa, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio. Se ha perdido más por una aniquilación a medias que por una exterminación total: el enemigo se recuperará y buscará venganza. Destrúyalo por completo, no sólo física sino también espiritualmente.”
Ni modo, con esas mulas tenemos que arar.
Este es, pues, un tema que puede dar mucha tela de donde cortar porque incluye la tradicional lucha de dos digamos que facciones, la que forma el pueblo cuyas armas son la razón y el tiempo, y la que fabrica el político valiéndose del poder y sus delirios de grandeza. De ahí que la sociedad tenga que usar su razón y tiempo para defenderse del gobernante, y que éste se valga de la estructura y del presupuesto oficial con la intención de llevar agua a su molino y eliminar a sus rivales, acciones las dos que iré relatándole conforme se presente la oportunidad.
Con esta reflexión regreso a la actividad periodística deseándole al lector que el 2012 le traiga muchas sorpresas agradables, a pesar de la política y de los políticos.

Twitter: @replicaalex