domingo, 21 de agosto de 2011

El gobernante seductor

Por Alejandro C. Manjarrez
Dice Rafael Moreno Valle que el 2012 será el año del 150 aniversario de la Batalla de Puebla. Varias veces ha sugerido que no le importa la elección presidencial porque está muy ocupado en todo lo que se relaciona con el gran festejo de Puebla, incluida la fiesta, el desfile, las inauguraciones, la difusión internacional, además de la parafernalia que trae consigo la celebración que le tocará en suerte presidir. Lo curioso es que detrás de semejante convite está su futuro político.
Por esas y otras razones fijó su poderosa y seductora mirada en el ex gobernador Guillermo Jiménez Morales. Y de ahí que lo haya invitado a coordinar (como lo define don Guillermo) ese “gran esfuerzo histórico”, no obstante la filiación ultra priista y comprobada poblanidad de quien fuera el primer embajador de México en la Santa Sede.
La diferencia de la gran batalla y lo que pasa en nuestro tiempo, está en que los cañones libertarios y progresistas no apuntarán hacia Puebla, la ciudad que para Ignacio Zaragoza era la cuna de los reaccionarios que, tal y como se lo confesara a Benito Juárez, quiso someter descargando su artillería sobre esa rémora social. Tendremos, así, otra extraña alianza, ya que tanto liberales como conservadores estarán unidos para que el mundo aplauda la gesta heroica entre cuyos protagonistas también figuran, hay que decirlo con énfasis, los xochiapulcos y zacapoaxtlas, entonces como ahora recipiendarios del desprecio de la “gente bonita”.
¿Por qué un gobernante seductor invita a quien en su época de mandatario también sedujo a los poderosos?
El interés tiene pies, decía mi abuelita. Como el lector bien lo sabe, Jiménez Morales cuenta con muy buenas cartas de presentación, renovadas por cierto por la confianza que le otorgó Enrique Peña Nieto, hasta ayer –y creo que no cambiará la tendencia– virtual sucesor de Felipe Calderón Hinojosa. Por ello y por sus amistades caladas en las buenas y en las malas, el ex gobernador de Puebla es presidente nacional de la Fundación que lleva el nombre del ilustre Isidro Fabela Alfaro, un hombre que fue periodista, abogado, filólogo, diplomático, historiador, académico, escritor y político nacido, precisamente, en Atlacomulco, Estado de México.
Como verá el lector, Rafael Moreno Valle Rosas mata dos pájaros de una pedrada. Por un lado porque puso en las manos de Jiménez Morales el trabajo político y creativo que sin duda dará lustre al festejo de marras. Y por otra parte, como no queriendo la cosa pues, porque se engarzará en la misma filigrana dorada de quienes después del 1 de diciembre del 2012 podrían determinar su futuro político, exigiéndole, tal vez, que abjure del partido que, obligado por las circunstancias (influencia magisterial), le abrió las puertas y lo impulsó para que primero fuera senador y después titular del poder Ejecutivo del estado de Puebla.
¿Extraño? No lo creo porque Moreno Valle ha demostrado que para él las ideologías pueden ser como cualquier betún pastelero.
¿Oportunismo? Tampoco cabe la rasposa o ácida acepción dado que en esta época casi todos los políticos deben ser oportunistas, si acaso quieren seguir mamando dinero y poder de la ubre presupuestal de México.
¿Suertudo? Puede ser si partimos de que dinero llama a dinero.
¿Elegido de los dioses? Negativo en virtud de que esa magia desapareció para dejar espacio de maniobra a la ambición de los políticos, seres de carne y hueso siempre fieles a las prerrogativas que ellos mismos promovieron y legislaron.
¿Pragmatismo político? Es lo más probable si tomamos en cuenta que esta, digamos que corriente, se basa en prejuicios sin importar sus consecuencias, mismas que para ellos podrían ser equivalentes a lo que la Iglesia Católica denomina como pestilentes errores.
En fin, sea lo que fuere estamos ante la posibilidad de que ocurra el milagro laico esperado. Y que Ignacio Zaragoza Seguín, una, ahora sí, el agua con el aceite para que Puebla deje de ser una entidad llena de contrastes políticos auspiciados por diferencias ideológicas, estilos personales y desde luego los antagonismos sociales. Cuando menos por un año, el de los festejos del centi quincuagésimo aniversario de la Batalla del 5 de Mayo. Si ello ocurre, los nuevos “héroes” de esta gesta política serán aquellos que dejen guardadas en el armario sus diferencias, resabios y complejos.
Guillermo Jiménez Morales hará lo suyo valiéndose, sin duda, de la solvencia y eficiencia que lo distingue. Y Rafael Moreno Valle Rosas tendrá que aplicarse a deshacer los entuertos que provocó la elección que lo hizo gobernador, incluidos sus severos diferendos con la prensa cuyo estilo, hay que decirlo, generó ya el interés y la confianza de los lectores. Lo paradójico es que semejante cambio se debe a la distancia entre el poder y la prensa, brecha promovida curiosamente por el propio gobernador de Puebla.
Twitter: @replicaalex