domingo, 10 de julio de 2011

El war room de Moreno Valle

Por Alejandro C. Manjarrez
Nadie me lo dijo pero un pajarito azul reveló que horas después del escándalo Yunes-Elba Esther, se reunió el war room del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas. Asunto: mojar la pólvora de los posibles cohetones o bombas que podrían hacer estallar los medios de comunicación, en especial los interesados en conocer la opinión del mandatario local, uno de los más queridos ahijados de la lideresa del magisterio.
Twitter sirvió para esta acción de entretenimiento o, como lo dijo el colega Alejandro Mondragón, de cortina de humo, fumarolas que –agrego yo– tienen efectos mentalmente tóxicos. Otro, el digamos que fortuito, lo protagonizó el diputado Juan José Espinosa quien, sin darse cuenta, le hizo el caldo gordo a esa estrategia mediática (deberían de darle un premio). Y el tercero, también medido y meditado, consistió en promocionar las actividades del mandatario y de Secretarías como la General de Gobierno, cuyo tema de fin de semana fue la bronca sindical del Colegio de Bachilleres.
No obstante el esfuerzo burocrático y la intensidad con que se llevaron a cabo las confrontaciones en las redes sociales, a mi juicio inútiles por ser una copia de aquellas que se usaron durante la campaña, la pregunta sobre las ligas entre Elba Esther y Rafael, permanecerá pendiendo sobre la cabeza de Moreno Valle como si fuese una versión moderna de la espada de Damocles. Dicho con otras palabras: dado el escándalo nacional, no hay cómo diablos desviar lo que por ética y obligación republicana tendrá que poner en claro el titular del poder Ejecutivo.
Si acaso el lector levantó la ceja con lo de “obligación republicana”, aclaro que la maestra nos metió en ese ámbito desde que confesó que ella y Felipe Calderón organizaron algún segmento de la vida pública de México, a partir precisamente de las extorsiones y los arreglos políticos, componendas que, diría Dracón, transgreden las leyes y atentan contra el estado de derecho.
Así que ese war room tendrá que diseñar otro método más eficaz. Como el que puso en acción Bill Clinton cuando enfrentó a la sociedad estadunidense (y a su esposa) cuya molestia con las relaciones sexuales que practicó con la becaria Mónica Lewinsky, estuvo a punto de provocar su destitución basada en lo que fueron las mentiras piadosas que nadie creyó (lo de piadosas es porque puso de rodillas a su becaria). Es decir, tienen que proponerle al gobernador que se reviente el asunto partiendo de lo que todo México sabe sobre la amistad y los arreglos políticos, mismos que, supongo, obedecieron a un interés nacional. Y hacerlo antes de que el tiempo y las sospechas naturales contaminen el entorno del esposo de Martha Erika. No hay porqué esperar a que las preguntas adquieran el tono agresivo que propicia el alejamiento de o menosprecio a la prensa local. Y menos aún confiar en que ocurrirá un milagro político.
Hay, pues, varias cuestiones pendientes que para el mandatario sería, valga la expresión,  muy saludable ventilar en forma directa y sin intermediarios. Por ejemplo:
Cómo participó el SNTE en la elección que perdió el PRI. Si el sindicato puso o no dinero para la campaña que es obvio que requirió de una buena inversión. Si el PAN, Rafael o la Alianza negociaron con doña Elba varios puestos en el gobierno y dos que tres cargos de elección popular. Si se pactó alguna iguala como la que, según el leal, discreto y agradecido Yunes, el veracruzano tuvo a bien rechazar. Si el declarado peña-nietismo de la señora Gordillo influirá o no en las inclinaciones partidistas de Moreno Valle Rosas. En fin, todo ello más lo que se acumule durante la semana que hoy inicia.
Siendo presidente, don Adolfo Ruiz Cortines dijo que hacía más daño el escándalo que el pecado. En el caso que nos ocupa es aplicable la sentencia del “viejo” zorro, ya que conforme se mantengan ocultos los pecadillos, irá creciendo el escándalo. ¿Cuánto? Tal vez hasta provocar las llamémosle estridentes notas periodísticas cuyos beneficiaros serían los panistas tradicionales, entre ellos Eduardo Rivera Pérez, el muchacho que, al igual que los periodistas poblanos, ha sido marginado de los intereses políticos del poder morenovallista. De ello me ocuparé en la próxima columna.
Twitter: @replicaalex